martes, 31 de mayo de 2011

In Treatment (Sesión 10)


Llegué corriendo y con 10 minutos de retraso, porque tuve un compromiso antes para el cual ya había llegado tarde. Al sentarme en el usual sillón amarillo estaba aún muy acelerado, le pedí a A por primera vez un vaso con agua (el tener algo entre las manos durante las sesiones siempre me ha dado algo de qué aferrarme y un lugar a dónde llevar la mirada cuando no quiero verlo a los ojos, usualmente es un vaso de Starbucks o una botella de agua que compro antes de entrar al consultorio, pero esta vez no hubo tiempo de tal protocolo), me lavé las manos mientras me traía el agua. Cuando al fin pudimos estar sentados los dos yo seguía acelerado y hablando muy rápidamente le conté todas las cosas que tenía que hacer y las que estaba haciendo. El cierre de temporada de la obra de teatro, la nueva producción que estaba haciendo, el proceso del vestuario el diseño del maquillaje, la oportunidad de remontar la primera obra desde cero, ahora con un mayor nivel de control.

A me llamó la atención sobre el hecho de que hablaba muy aceleradamente y que estaba sólo hablando de trabajo. Quería escudriñar qué es lo que se ocultaba tras esa plática tan rápida e impersonal. Así que me incitó a seguir hablando al respecto. ¿Qué pasa con esa parte mía que está tan abocada al trabajo?

Le dije que es la parte que más me gustaba de mí, sí, efectivamente es una parte que me acelera y me vivifica, es la parte más segura, donde las personas confían en mis capacidades y conocimientos, donde soy más sociable, donde no hay lugar para inseguridades y asuntos emocionales.

--¿Hay algo que te preocupe en este momento?—

-- Sí, mañana es el cierre de temporada de la obra de teatro y JR vendrá a ver la obra y estará en la ciudad por unos días—

-- ¿Qué es lo que te preocupa al respecto?—

--Pues el hecho de que no sé qué actitud tengo que tener ante él, no sé si terminemos teniendo sexo (cosa que no me vendría nada mal) pero temo nuevamente empezar mi proceso de auto-convencimiento de que “ya lo superé”—

Me hizo ver A que todo mi discurso sobre el trabajo y el estar en ese territorio seguro era una especie de blindaje que me ponía para prepararme para la situación que se adviene mañana, a lo que le dije que sí, y que era más consciente de lo que podía parecer. Aunque aún no sabía bien de qué me estoy defendiendo exactamente.

Por una parte sí temo casi fatalmente el hecho de volver a acostarme con JR y que eso derive en una confusión en mi cabeza que me haga volver a plantearme imposibles, por otra parte no quiero perderme la oportunidad de tener sexo con él porque en realidad es muy bueno en los menesteres amatorios. Y por otra parte están las cosas del trabajo que hemos dejado pendientes y que debemos solucionar. Para mí es más fácil pensar que está borrado completamente del mapa, el problema es cuando aparece... Me molesta que aparezca y que pretenda tener alguna clase de control sobre todo lo que yo ya he asumido la responsabilidad para mí solo.

Comenzamos a indagar un poco más sobre la cuestión de JR, cuáles son las cosas que realmente quiero tratar con él y cuáles las que creo que quedan pendientes. Y ahora me queda más clara la división personal y profesional que hay al respecto. Aunque siempre pretendimos que la había habido creo que ninguno de los dos la había respetado a pié juntillas.

Durante el tiempo que estuvimos juntos trabajando, la línea divisoria entre el trabajo y la relación era cada vez más endeble y esto sucedió porque pensábamos ambos tratamos de no plantear un límite negando que la relación existía efectivamente y fingiendo que todo lo que nos unía era el trabajo. Después hicimos unos trazos mal hechos para dividir las cosas cuando ya no era posible. A mí me afectaba demasiado a nivel personal su testarudez en el trabajo, y él planteaba en términos personales las cosas que no le parecían en el trabajo. Incluso existieron ocasiones en que el trabajo nos servía a uno u otro como chantaje para obtener sexo del otro (o para no tenerlo). Cuando alguno de los dos deliberadamente hería al otro para ver si reaccionaba, evidentemente la reacción nunca llegaba porque fingíamos que no existía una relación personal y evadíamos el asunto hablando de trabajo y demostrando con ello que no nos importaba.

--¿Qué es lo que le quieres decir?—

-- Creo que me parece mejor dejar la situación completa rota como está, porque lo que le quiero decir es un absurdo: “Me gustaría que quisieras comprometerte conmigo para poder rechazarte”.—

--A mí no me parece absurdo—Dice A—Finalmente es una forma buena de mandarlo a la chingada.—

-- Pero no quiero mandarlo a la chingada, sencillamente quiero que desaparezca.—

Finalmente me di cuenta de que si no podía decir esa frase absurda era porque me lo impedía la culpa. Nunca he sabido lidiar con la culpa, me es mucho más fácil ser cínico, la culpa en sí misma me parece absurda. ¿Qué es lo que me da culpa? El hecho de que en ningún momento hice la situación más fácil para él. Que todos los planteamientos que él me hizo sobre su ida de la ciudad siempre los tomé con la mayor indiferencia posible, nunca le hice saber que me dolía su partida, que había sido alguien importante. Más bien al contrario, siempre hice parecer que si se iba no importaba, que no había dejado ninguna huella positiva en ninguna de las personas que habían estado a su alrededor, que era mejor que se largara, todos íbamos a estar mejor sin él. Me culpabiliza el hecho de no hacerlo sentir mejor, ni querido, ni extrañado, ni que su ausencia iba a dejar alguna mella en mí y en los demás. Otra cosa que me pesa, que no es culpa, es el hecho de saber que su situación no ha mejorado en lo más mínimo por haberse ido, siendo que esa era la finalidad de su partida.

--¿Entonces qué es lo que le quieres decir si inevitablemente lo verás?—

--Pues por el plano profesional que, aunque no estoy satisfecho en absoluto con el resultado que obtuvimos ni con todas las cosas de las que ya me he quejado ampliamente, le reconozco su trabajo, la obra fue una idea suya, él consiguió el teatro, convocó al equipo de trabajo, hizo que las cosas operaran como él creyó que funcionarían. Es decir, yo sé lo que es estar tan comprometido con un proyecto que, sin importar lo que te digan, vas a hacer lo que a ti te parece correcto. Finalmente toda su testarudez era porque él creía que estaba bien lo que hacía aunque no fuera cierto o no funcionara, eso es signo de compromiso y es el trabajo que le reconozco. Pero finalmente eso no resultó y hay que hacer todo de nuevo--.

Ahora lo que quiero hacer con ese proyecto es quitarme la espinita para demostrarme que si las cosas están bajo mi control pueden funcionar de una mejor manera y que las personas pueden estar más satisfechas con su trabajo al estar conmigo.

--¿Y en el plano personal?—

--No lo sé. No creo que valga mucho la pena el tratar de arreglar las cosas que se quedaron a medias o que me faltaron por decir. Finalmente esas cosas se hacen cuando se quiere enmendar una relación y lo que yo quiero es darla por terminada. Creo que las opciones ya están puestas sobre la mesa, puedo hablarle sobre mis culpas o sobre mis miedos o sobre mis rencores. Puedo manejar una actitud neutral que me permita tener sexo con él por última vez. Puedo también dejar las cosas al aire volviendo a negar su existencia hasta que vuelva a aparecer si es que algún día lo hace, o bien terminar de una vez por todas mandándolo a la chingada. Las opciones están ahí, pero será la actitud con la que él se presente y las peripecias que dé esta historia en el transcurso de esta semana.--

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