Esta vez hablamos sobre muchas cosas diferentes con un hilo conductor muy endeble. Comienzo tratando hacer entender a A que mi problema no es un problema de represión. En algunas de las sesiones interiores, ora marcado por Franciscos diversos, ora marcado por máscaras o canales de televisión, creo que A tiene la teoría de que hay una parte de mi que está reprimida, que otras partes de mi la reprimen, así el Francisco que se la pasa encerrado en su casa llorando y viendo películas depresivas, o bien el Francisco Indefinido que en la sesión anterior terminó confesando que es Pinocho… No, A, no es que haya partes que sean reprimidas, o partes que sean más verdaderas y ocultas que otras, más bien se trata de facetas diferentes que se presentan en momentos diferentes. A no comprendía por qué le tenía yo que hacer tal señalamiento, pues según él, ese es el principio de su método, el asumir que hay muchas y diversas formas de manifestación del ser (obviamente no usó esas palabras exactas).
Después de ello comenzamos a hablar de otras cosas que diré más adelante, pero sobre esta primera parte de la sesión estuve reflexionando el por qué de la necesidad de justificarse ante el terapeuta. No sé si se trata de que uno se convierte en el abogado de sus propios diablos o si bien sencillamente el terapeuta insinúa ciertas ideas para que el paciente llegue a una conclusión contraria a la expuesta, o bien se cuestione la utilidad que tiene tal confrontación. Lo cierto es que sucede. ¿Qué pasa con las convicciones morales del terapeuta cuando está en terapia?
Narré un hecho que me perturbó durante la semana, el caso de un fotógrafo que me contactó para hacer una coordinación de moda para una portada de un disco. Esta sesión tuvo muchas vicisitudes, la cancelaron el día de las fotos, me quedé con la producción de moda y tuve que producir otra sesión de fotos para utilizar la ropa porque ya me había comprometido, prometieron pagar por la molestia, no lo hicieron, propusieron hacer nuevamente la sesión bajo unas condiciones en verdad ridículas y caprichosas. Tras mi negación a seguir en ese proyecto me llama el fotógrafo diciéndome que no soy profesional, que no puedo poner condiciones para trabajar (en realidad sólo pedí que se me informara el monto de la bonificación y que se me pagara por adelantado, previendo otra imprevista cancelación), que no me pagaría nada hasta que él estuviera completamente satisfecho con mi trabajo. Y que no me diría de cuánto iba a ser la bonificación porque dependía de qué tan satisfechos quedaran con el resultado… En realidad él quería que hiciera nuevamente el trabajo por el mismo precio, poniendo condiciones caprichosas y haciendo del trabajo que ya había realizado antes una propina…
Le dije que prefería renunciar a lo ya trabajado que trabajar bajo esas insultantes condiciones. No es que me sobre el dinero y el trabajo, la cuestión es que creo que la dignidad sí es algo más cara…
La cuestión con esta anécdota no es tanto el hecho ni del dinero ni de la injusticia cometida en mi contra, lo que en realidad me puede es que es una persona menos en la agenda. De esta manera se han ido algunas cuantas personas, dado que mi medio de conocer gente es mi trabajo, hay cosas del trabajo que han hecho que cierta gente que me importaba desapareciera. No me gusta que la gente desaparezca de mi mapa, menos siendo yo una persona tan determinante y cuadrada que cuando alguien sale, es como si se borrara del planeta.
Entonces A comienza a cuestionarme sobre las relaciones actuales que mantengo, de dónde surgió la relación. Le dije que tengo muy pocos amigos en verdad. Le hablé un poco de I, de P, de S, de Y. Le conté un poco sobre las situaciones que nos han llevado a mantener nuestra relación desde la universidad o desde un poco antes. Lo que encuentro en común en estas relaciones es que hay afecto, en mayor o menor medida (como si esas cosas fueran cuantificables) y que es un afecto incondicional y desinteresado, cosa que con las personas que se han allegado después de la universidad ha sido difícil de encontrar. Además, asumámoslo, tanto mis amigos más cercanos como yo somos lo que se puede calificar comúnmente como “freaks”, para no entrar en detalles particulares… Ninguno de nosotros tiene tampoco grandes habilidades sociales y también todos tenemos problemas serios para relacionarnos con las personas en el plano amoroso: “Dios los hace y ellos se juntan”.
Me siento bien de contar con estas personas en mi vida, pero siento que hay algo que me falla para poder desarrollar más relaciones de este nivel o intensidad o para llegar a otros niveles, como el amoroso.
Entonces comencé a contarle sobre mi último pretendiente, que junta muchos de los requisitos que creo que ahora necesito, es un hombre grande, paternal, inteligente, solvente, de pelo (o cana) en pecho, dedicado a su profesión, pero mi pretendiente tiene el mismo problema que tienen todas las personas que he conocido con ese perfil, no tiene tiempo para dedicarse y dedicarme. Vaya, no pido mucho tiempo, sólo el suficiente para poder decir que estamos juntos de palabra y después que cada quien siga haciendo sus cosas y vernos de vez en cuando (obviamente con una tarjeta de crédito o cuenta de banco mancomunada para sellar el compromiso Jajajaja).
Cuando pienso en comenzar una relación con alguien me pasan por la cabeza muchas cosas, y creo que me he esforzado mucho por llenarme de habilidades y virtudes que finalmente no sirven de nada para desarrollar una relación, porque finalmente (aunque ya no pienso en JR como una posibilidad sino que poco a poco se va borrando del mapa) la última vez que tuve la intención o el pensamiento de tener una pareja de una manera más seria nada de lo que yo hacía o era fue suficiente para sostenerla (él prefirió seguir siendo un viejo, pobre, feo y solo que ser un viejo, pobre y feo conmigo…)
En fin. Por otra parte, no sé si la terapia me esté funcionando en los términos en que se supone que la terapia obra, pero creo que ahora ya tengo más claros cuáles son los pasos a dar para salir de esta situación engorrosa, deprimente e indefinida. No es que haya tomado una decisión sobre qué es lo que voy a hacer en la vida, pero ya sé cuáles son las condiciones necesarias para llegar a una decisión y estoy tomando acciones concretas…
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