jueves, 23 de junio de 2011

In Treatment (Sesión 13)



Εν αρχή ην ο Λόγος, και ο Λόγος ην προς τον Θεόν, και Θεός ην ο Λόγος es el resumen perfecto de la discusión en que terminó la sesión de terapia número 13. Comencé a divagar sin tener claro a qué punto quería llegar, lanzando anzuelos para ver si A los atrapaba y tuviéramos un punto de arranque; 1) El sueño de los muebles de la producción de la obra que me atacaban; 2) Ya querer darle la vuelta a la página a la situación de la obra y JR; 3) La película “Submarino” que me atrapó por la manera tan seca y cruda en que se desarrollan los personajes en ese melodrama Danés; 4) El drama masculino condicionado por los “got to be” del hombre.

En este momento A se desespera un poco y me dice --¿de qué quieres hablar? Has lanzado todos estos temas al aire y no has agarrado ninguno.—

--Estoy esperando que tomes alguno.—

A comienza nuevamente a hacerme notar mis reacciones corporales al momento en que hablo, cuando hablo de la presión que siento (reflejada en el sueño de los muebles) acerca de las cosas y el miedo a explotar de alguna mala manera (Reflejada en mi reflexión sobre la película) me señala que mi cuerpo se encorva. Entonces comenzamos a explorar posibles válvulas de escape.

Seguí hablando y hablando. Recordé que una de las grandes válvulas de escape que yo solía tener era el sexo intenso que tenía con JR, ahora me es difícil pensar en conformarme con sexo medianamente bueno y fingir que no he llegado a intensidades tales…

A cada paso que daba, A me interrumpía señalándome mi gestualidad, que si en este momento me brillaba el ojo, que si en aquél momento mi respiración se detenía, que si hablaba demasiado aceleradamente. Y a cada reacción que él me señalaba yo explicaba el origen del movimiento (tratando de seguir su juego). Entonces me detuvo. Me dijo que mis explicaciones no dejaban fluir la reacción física que estaba teniendo.

--Sólo te pido que identifiques, seas consciente, “caches” el momento en el que comienzas a explicar, y no lo hagas.--

Yo le dije que para mí era necesario hacer ese proceso ¿no es eso para lo que estamos aquí? ¿Para verbalizar una cosa que no tenemos bien identificada y mediante la palabra darle un orden e integrarla de una manera coherente dentro del discurso que se llama Francisco?

Me explicó que no le estaba dando oportunidad a mi cuerpo de vivir sus reacciones. Eso no me daba sentido en absoluto. Si justamente estoy verbalizándolas para darle un sentido a sus reacciones y a sus sensaciones… Las explico porque al explicarlas las comprendo.

--¿Cómo está tu cuerpo en este momento?—

-- Tengo una gran tensión en la espalda y me duele la cabeza.—

Seguí hablando y explicando, obviamente, mis sensaciones. Después de una pelea de términos me dice nuevamente que me haga consciente de cuándo me pongo a explicar.

- ¡Es que soy consciente de que estoy explicando, es lo único que hago aquí, explicar y explicar! ¿Cómo puedo hacerme más consciente de lo que estoy haciendo? ¿Qué se supone que haga con ello? ¿Sorprenderme en el acto de explicar implica que me debo reprender? ¿Me debo felicitar? ¿Me debo detener?

- Lo que te estoy pidiendo es una cuestión “Meta”. Hazte conciente de lo que estás haciendo con esa explicación.

- Creo que usamos la palabra “Meta” como si fuera una suerte de palabra mágica que nos libera de las restricciones que tiene la materia en cuestión. “Para hablar sobre el lenguaje vamos a utilizar el metalenguaje, entonces como estoy utilizando el metalenguaje puedo vivir la ficción de que no estoy sometido a las reglas del lenguaje porque lo estoy viendo desde afuera” FALSO. Nunca se sale uno del lenguaje incluso con la palabra mágica “Meta”. Así como tampoco puedo salirme de la conciencia utilizando una supuesta “metaconsciencia” para poder concientizarme de las cosas que soy consciente. Además, si de lo que se trata es de que me ponga en contacto con mis emociones y que no les ponga una explicación de por medio para que las sienta de una manera más pura, porque las estoy mediando por una explicación, no tendría ningún sentido llevar esto a un “metanivel” que me alejaría muchísimo más de la emoción en su estado “puro”.—

- ¿Cómo te sientes en este momento?—

- Pues mientras te estaba explicando toda la presión en los hombros y el dolor de espalda se fue menguando, es como si al explicar las cosas tuviera una especie de placebo que me da una tranquilidad muy grande.—

- Pero es un placebo.

- Tal vez lo sea, pero me da mucho placer.—

Entonces comenzamos a hablar otra vez sobre las sensaciones corporales y A seguía hablándome sobre la concientización de las emociones y los reflejos corporales. Me señaló que en algunos momentos durante la conversación se me habían llenado los ojos de lágrimas y que no había dejado fluir nada de eso. Me dijo que la explicación no ayudaba para el proceso.

Entonces es cuando todo se me vino abajo. Y comencé a decirle que el colocar a la explicación como una cosa negativa para el proceso era algo que yo no podía concebir. Discutimos sobre si era positiva o negativa. Todas sus implicaciones parecieron ante mí como negativas aunque A aseguraba que no.

Incluso concebir eso va en contra de mi sistema de creencias en un sentido casi religioso. Creo en la palabra, mi cuerpo es sólo una palabra que a la que yo le doy un sentido. Todo esto parte de la premisa de que las palabras devienen en mundo y no a la inversa. Al identificar algo en mí, lo primero que hago es nombrarlo para darle un sentido dentro de mi cuerpo y dentro de la existencia. (Sé que suena muy paranóico).

Entonces, de alguna manera, A me indujo a llegar a la conclusión de que mi cuerpo, preexistente a todo nombramiento, se revelaba a ese sistema en el que yo lo estaba encasillando, y que exigía por medio del dolor físico, el cansancio, el agobio y demás sensaciones una atención diferente. Y que era clarísimo, por los desfogues que había mencionado antes. Incluso la separación de Franciscos y el darle oportunidad a uno para que llore viendo películas no es suficiente para mi cuerpo.

Esa idea me resultó devastadora. Entré en una especie de estado de negación. Donde repetía constantemente y cada vez más enojado que eso no podía ser.

--Es como si le enseñaras a un Testigo de Jehová las pruebas más contundentes de que existió el Big bang y él te habla de creacionismo. Y te cita el génesis una y otra vez hasta que se enoja y se va.—

--¿Estás enojado?—

-- No estoy enojado contigo, estoy enojado por concebir estas ideas. Además tú ni siquiera lo planteas en los términos en los que yo llego a tales conclusiones.—

--¿Y eso también te enoja?—

-- No.—(Aunque era evidente que eso era lo que más me enojaba y evidentemente la sensación de que el sistema se tambaleaba de raíz).

¿Por qué demonios no funciona el sistema? Comencé a decirle que se ocasiona un “loop” en el sistema cuando las sensaciones son tan abrumadoras que no pueden ordenarse mediante la explicación y afectan al sistema y lo hacen cuestionarse a sí mismo. Todas las cosas de las que hemos hablado antes. El hecho de que yo funciono con reglas estructuradas, que entro en crisis cuando la realidad no se adapta a las reglas que se suponen que deberían dentro de mi sistema de reglas. YO CREO EN LA FUERZA ORDENADORA DE LAS PALABRAS. Todas esas cosas que hemos hablado antes tienen que funcionar. Si todo este tiempo me he sentido en una olla de presión a punto de explotar y con el miedo de explotar de una mala manera, el hecho de que la olla sea el sistema mismo es devastadora (En este punto debo admitir que se me quebró la voz un poco).

--¿Por qué te afecta tanto?—

--Porque si el problema es ese, entonces la mayoría de las cosas que he hecho en la vida no tienen el menor sentido.—

Me fui del consultorio pensando: En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y Dios era el Verbo…

jueves, 16 de junio de 2011

In Treatment (Sesión 12)

Por más que pensé durante la tarde de qué demonios iba a tratar esta sesión de terapia no se me ocurrió nada, y con esa confesión llegué al consultorio. Sólo por no dejar a medias el hilo de la historia comenzada hace varias sesiones, concluí la historia de JR con su respuesta al mail donde le mandé el link de esta blog, para que viera mi lado de la historia. Escuetamente me dijo: “Qué bueno que aunque sea de esta manera tan retorcida me pidas disculpas”. ¿Qué otra cosa podría esperar? Obviamente me hubiera gustado una respuesta más extensa, pero no se la pedí. Me queda un dejo de insatisfacción sobre toda la situación, pero al mismo tiempo me siento liberado de ella, aunque las circunstancias y el cierre de los asuntos pendientes renieguen un poco y se afanen por no cerrar el ciclo.

Me enteré de un detalle curioso el día que le mandé ese correo electrónico. En una conversación con una de las actrices de la obra mencionó que JR les había dicho a todos los actores que él y yo éramos novios. Entonces sentí una especie de ira mezclada con una gran decepción. Toda mi crisis había sido porque no se le había puesto el título necesario a nuestra relación, y el saber que él la había nombrado como noviazgo me descontroló. Si al menos me lo hubiera mencionado a mí yo hubiera adoptado otro rol durante la despedida. Podía haberlo apoyado y fingir fútiles esperanzas sobre futuros encuentros. En fin, lo terminado, terminado está, ese destino “ineludible” fue librado, lo cual implica también que renuncié a la resignación que me había llevado a plantear tal destino.

En este punto A aprovechó para dejar claro un punto, el hecho de que yo necesitaba formalizar, necesitaba nombrar la relación, no dejarla indefinida y que esa era una necesidad mía y que debí responsabilizarme por ella. Discutimos un poco sobre las causas por las que no había expresado esa necesidad y que habían hecho que las cosas terminaran mal, y todos quedáramos insatisfechos.

En ese momento recordé algo que me dijo P durante la semana: “Tu problema principal es que no pides”. Y es cierto, comencé a explorar esa acertada afirmación de mi amiga, mientras A pensaba que yo seguía hablando de la posibilidad de entablar una relación con alguien, yo estaba hablando de una cuestión más general (o tal vez más profunda), mi incapacidad para pedir cosas en pos de lucir o sentirme autosuficiente. Me costó un poco de trabajo sacar a A de la hipotética relación futura en la que establecería claramente los términos responsabilizándome de mi necesidad, pero finalmente lo logré. La situación vivida con JR es sólo una manifestación de este problema fundamental.

No me gusta lucir carente ante el otro, no me gusta porque para mí la carencia es una suerte de victimización, es decir: “si yo no tengo (x), es por la circunstancia (y), ergo: sufro”. Me es muy difícil no relacionar los términos “necesidad” con “victimización”. Evidentemente para mí un estado ideal es un estado de no-carencia. Sin embargo, sí, soy carente. Carezco de muchas cosas, pero me es imposible plantear mis necesidades si no ofrezco un trato de ganar-ganar (real, ficticio, hipotético o supuesto). Por otra parte, prefiero fingirme fuerte y todopoderoso y no depender de nadie que enfrentar el rechazo, finalmente por eso termino cargando con miles de responsabilidades, aunque a veces me sea muy difícil cumplir con todo.

Entonces A me dice que la satisfacción de necesidades entre unos y otros es gran parte de la naturaleza humana, es parte de nuestro instinto gregario. Todos necesitamos, y todos satisfacemos necesidades de otros.

Sí, puedo entenderlo, pero ¿cómo es que uno puede distinguir la delgada línea entre pedir la satisfacción de una necesidad y la victimización por la carencia? Entonces A me indica que mediante la asunción de las propias necesidades y la toma de responsabilidad sobre ellas.

¿Por qué insiste en este punto? Está bien ¿Qué necesito? Necesito dinero, en primer lugar, eso me permitiría satisfacer mis necesidades inmediatas: pagar la renta, ir al dentista, llevar a mi gato al veterinario, terminar los trámites del desalojo del teatro y pagar las deudas pendientes que ya asumí, producir la exposición de fotografía de Guadalajara, etc… El dinero me permitiría hacerme cargo por mí mismo de todas estas necesidades. El dinero me permitiría nuevamente no lucir carente ante los demás. ¿Es esto un círculo vicioso?

¿Cómo solucionar la cuestión económica? Evidentemente con un trabajo. Pero en realidad yo nunca he pedido trabajo, salvo cuando me piden un currículum, lo envío. Todos los trabajos han llegado a mí de alguna manera, además, no sé ni de qué querría pedir trabajo. He aquí la paradoja: puedo aceptar cualquier trabajo haciendo casi cualquier cosa, pero no puedo pedir ninguno porque no tengo claro en qué puedo pedirlo, a pesar de estar calificado para hacer muchas cosas.

Por tercera vez A insiste sobre la responsabilidad sobre las necesidades. Estoy dejando a otros este punto fundamental de mi vida, dependo de las personas que me buscan para contratarme, no me estoy responsabilizando de mi vida laboral. Ciertamente, en estas cuestiones siempre espero que me salven en una especie de Deus ex machina (lo curioso es que llega, tarde o temprano).

Al parecer, tomar responsabilidad sobre tus necesidades significa aprender a pedir, para lo cual es necesario correr el riesgo de recibir un “no” por respuesta y sufrir la frustración doble de ser rechazado y además, no ver satisfecha la necesidad en cuestión. ¿Qué es lo que yo hago? Anticipo ese “no”, y trato de satisfacer la necesidad por mí mismo para no tener que enfrentar tal frustración, aunque se vean limitadas las posibilidades de una completa satisfacción de la necesidad. Luego entonces: no pido aclarar el status de la pareja, no pido trabajo, no pido ayuda para terminar los proyectos, no delego responsabilidades, por lo tanto asumo todas las responsabilidades (segunda paradoja), etc. Y evidentemente esto también me conduce hacia la frustración… ¿Cómo sopesar el nivel de frustración? ¿Cuál de las dos frustraciones es peor?

Ok. Entiendo que tomo el 75% de la responsabilidad sobre mis necesidades, y el otro 25% que decido no tomar es esa parte de la necesidad que tiene cara de obligación. Ante toda obligación me evado. No busco trabajo porque huele a obligaciones: horarios, hacer cosas que no te gustan, jefes, y sobre todo, el hecho de que la voluntad propia sea disminuida o anulada por cierta conciencia de mayor jerarquía y que persigue fines distintos a los míos.

Hay que revisar los términos más importantes que se han tratado hasta ahora:

1) Necesidad. Estado en de carencia material o estructural.

2) Victimización. Estado de autocompasión extendida hacia el otro.

3) Responsabilidad. Estado de conciencia de deber ante una circunstancia dada.

4) Obligación. Estado de deber ante el otro.

5) Autosuficiencia. Estado de satisfacción de las propias necesidades.

Es digno de notar que las que me molestan más son 2 y 4, es decir, las que involucran al tal “otro”. En este sentido, aparece como más deseable la suficiencia que la autosuficiencia, la necesidad nunca será deseable, pero parece inevitable y hay que distinguir cuando las necesidades sean imperativos de supervivencia y cuando son reacciones ante circunstancias dadas; efectivamente parece que no podemos evitar al otro, no es que quiera prescindir de él, lo que sucede es que no sé cómo se debe reaccionar ante él ¿Cómo se pide?…

Un momento: ¿No es curioso que la semana pasada estuviera sufriendo (o victimizándome) por no haber sido suficiente para que alguien se comprometiera (responsabilizara u obligara) conmigo y que ahora el centro de la discusión sea mi vano intento por sentirme autosuficiente y no depender de nadie? ¿No hay ahí una extraña simetría?

martes, 7 de junio de 2011

In Treatment (Sesión 11)





Centramos la sesión nuevamente en JR y la conclusión de la historia de su reencuentro y re-despedida. Vino para el cierre de temporada de la obra de teatro. Y tuvimos un encuentro bastante peculiar.

Yo estaba a la expectativa de poder decirle muchas cosas que quería, en el plano personal, pero en realidad, como siempre nos reunimos bajo el pretexto de tratar primero lo laboral, y aunque yo había planeado ser bastante correcto con él, no pude. Tenía mi espada desenvainada desde que lo vi. Lo vi unas horas antes de la función de teatro y después de las cordialidades sociales la plática se centró en la obra y lo que se venía.

En cuanto lo vi, el miedo que tenía de ceder a los impulsos sexuales con él se fue por la borda, no sentí la más mínima atracción sexual y no lo sentí como un riesgo, lo vi y no pasó nada. Estuve muy agresivo con él, le dije que su trabajo no había funcionado, que todos estábamos insatisfechos con el resultado, que lo mejor de la temporada en el teatro era que se había terminado. Me preguntó que por qué no le mandaba información para vender funciones de la obra en su ciudad, a lo que le contesté que no sabía qué era lo que estaríamos vendiendo, porque si se continuaba con la misma propuesta de montaje yo no estaba dispuesto a continuar. Finalmente lo orillé a un acuerdo en el que él quedaba fuera de todas las cuestiones creativas conservando un crédito honorario dentro de la producción.

Después de haber sido bastante cruel con él, no encontré la razón para entrar en el plano personal, finalmente lo había herido tanto que estaba completamente destruido. Y me siento culpable por ello.

--¿Qué es lo que te culpabiliza?—Pregunta A

--El hecho de que yo tenía ya la intención de decirle muchas cosas en el plano personal y que no lo hice, que ya estaba consciente de que lo había herido antes de la misma manera y que lo volví a hacer como una especie de defensa extraña—

Quería A que me centrara en la culpa y comenzó a hacerme varias preguntas y terminé contándole la misma historia desde una nueva perspectiva.

Cuando JR me dijo que había decidido irse de la ciudad, él se convirtió para mí en el “Espíritu de las Navidades Futuras”, que yo veía como una gran amenaza, no podía dejar que me sucediera lo que le estaba sucediendo a él, porque es la peor situación que me puedo imaginar, que no le puedo desear ni a mi peor enemigo. El llegar a los cuarenta y tantos y no tener otra opción en la vida más que regresar nuevamente a mi ciudad natal con las manos vacías. Es por ello que yo fui una piedra todo el tiempo, nunca reaccioné, sino para lastimarlo. Todo el tiempo estuve agrediéndolo y haciéndole ver que no había dejado ninguna huella en nadie, que no había valido la pena su carrera en esta ciudad y que todos estaríamos mejor sin él. De una manera retorcida yo pensaba que al agredirlo alejaba esa situación de mi vida, todas las estocadas que le di estaban dirigidas a su situación, a ese maldito Espíritu de las Navidades Futuras, no para JR.

Eso es lo que me culpabiliza, el hecho de que al centrarme en mi preocupación por no caer en su situación, no le hice el trago menos amargo, muy al contrario, lo hice todo lo posible porque se sintiera mucho peor, siendo que él sí me apoyó en muchas situaciones en las que yo lo necesité.

--Pero yo creo que es una reacción lógica y hasta fisiológica que tú tuviste, tu cuerpo te impulsaba a rechazarlo, y estabas defendiéndote de esa situación.—

--Sí, pero mi defensa no tiene nada que ver con él, yo no fui cruel con la situación, fui cruel con él, además ya habíamos tratado la diferencia aquí en terapia, yo sabía la diferencia, no estaba obrando inconscientemente como la primera vez, esta vez actué con premeditación, alevosía y ventaja—

Durante algunos minutos estuvimos hablando sobre esa culpa y dándole vueltas. Como es usual en él, A, traba de no juzgarme y de decirme que yo me estaba juzgando bajo parámetros demasiado estrictos. Me dijo que no era que yo no demostrara mis sentimientos, era sólo que estaba demostrándolos de una manera inapropiada y defensiva.

Le dije que sí, puedo ver las razones que justifican el hecho de que yo haya actuado como actué, de una manera completamente agresiva, pero el hecho de tener una justificación no significa que haya actuado justamente.

Es como cuando hay un homicidio, el hecho de que metan al culpable a la cárcel no hace que el muerto reviva, así como tampoco, si una vez conocidas las causas del homicidio resulta que es un acto justificado, no significa que sea un acto justo. Entonces yo me pregunto: ¿qué es lo que debe pesar más? ¿Cuál es el parámetro desde el que estamos midiendo? ¿Crimen y castigo? ¿Debe pesar más mi justificación o el hecho de que he cometido una injusticia contra JR?

Es una cuestión de Justicia. Cuando se comete una injusticia en mi contra yo sufro mucho, aunque la persona que la cometa tenga su justificación, eso no me quita el sufrimiento. Sigue siendo una injusticia.

Continué contándole la historia que, como era de esperarse, no terminó de la mejor manera. Después de nuestra conversación él quedó completamente destruido, aunque trató de no aparentarlo, luego fuimos al teatro donde nos vimos muy poco y yo reiteré lo dicho en esa conversación casi con cada persona que me encontraba, decirle que no me gustó el trabajo, que todos estábamos insatisfechos y que él quedaba totalmente fuera del proyecto. En alguna de las ocasiones estoy casi seguro de JR escuchó cuando yo narraba nuevamente la conversación. Ese día nos despedimos y quedamos de hablar al día siguiente, no lo hicimos, y al día siguiente tampoco lo hicimos y él se fue sin despedirse.

--¿Por qué me cuentas esto?— Pregunta A.

--Porque quiero llegar al final de la historia, quiero convencerme de que esta historia ya terminó, pero sigo sintiendo culpa, no sé lidiar con la culpa, me gusta mucho más ser cínico, pero no puedo en este caso.—

Entonces A me hizo pensar en lo que pasaba por mi cabeza en el momento en el que JR me dijo que se iría.

Entonces recordé que cuando JR decidió irse, yo sentí que se había roto una expectativa que yo tenía. Pensaba que, dadas las circunstancias que vivimos en la última temporada que estuvimos juntos, era un destino ineludible el hecho de que termináramos juntos. Se rompió esa expectativa y eso me decepcionó terriblemente. Aunque yo lo sentía como un destino fatal que yo no quería para mí mismo, pero era el destino que yo ya había asumido.

Entonces lo odié terriblemente, odié el hecho de que no quisiera comprometerse conmigo, odié el hecho de que él ya se había comprometido con otras personas antes que yo. Odié que hubiera tenido una pareja con el que vivió hasta el día en que murió. Odié el hecho de que yo conociera a uno de sus ex, y odié el hecho de que su ex me cayera tan bien. ¿Cómo es posible que se haya comprometido con él y no conmigo? Si él es moreno y feo y es un actor con una educación muy básica y simpleza de ánimo, mientras que yo soy de la raza correcta, soy inteligente, culto, políglota, tengo una cantidad impresionante de habilidades, soy creativo, hago todo lo que me propongo, entre muchas otras virtudes. Lo que me parte el alma es el hecho de que a pesar de todo eso Yo no haya sido suficiente para que JR se quisiera comprometer conmigo.

También por eso es que lo quería herir.

--¿Entonces crees que te tengas que seguir culpabilizando?—Me pregunta A.

--Si yo tengo ahora un arrebato emocional que me lleva a golpearte—Dije – Mi justificación no te quitará el golpe, pero si te pido disculpas se puede resarcir la relación entre los dos, aunque quede un poco fracturada y el golpe no se te quite. No es que yo quiera arreglar la situación en pos de encontrarme nuevamente con él, pero necesito limpiar mi conciencia, al menos me gustaría que él supiera mi lado de la historia. He pensado en enseñarle el blog. Porque en el blog es posible que yo no muestre la verdad absoluta, pero es el lugar donde soy absolutamente honesto en cuanto a mi retorcida manera de ver el mundo, para que él vea este lado de la moneda, en el blog soy completamente honesto, cosa que con él nunca he sido. Y no es que espere una retroalimentación de su parte, ni que me diga qué piensa, es una cuestión de limpiar mi conciencia. No sé si se sienta mejor al leerlo, tal vez se sienta peor, porque lo menciono frecuentemente y no en los mejores términos. Pero al darle el link del blog ya será cosa suya si él lo quiere leer y para mí es como una manera impersonal de decir: “lo siento”.—

--Entonces dale el link… ¿Cómo te sientes ahora?—

--Siento como si necesitara tu permiso para darle el link del blog a JR.—

--¿Qué es lo que aprendiste de esta relación?—

--Pues en primer lugar que para tener una relación es necesario que se establezca que es una relación. Con JR me sucedió que, como dice el dicho: “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”. No había asumido que tenía una relación hasta el día en que se fue. Hay que establecer claramente cuáles son los términos de la relación. En segundo lugar aprendí que se tienen que decir las cosas en el momento, no se puede esperar a que llegue el momento indicado, nunca llega (también me quedaron claras muchas cosas que no quiero). Y en tercer lugar, mi conclusión no me gusta nada, pero al parecer no soy suficiente…--

En ese momento tuve una revelación: JR nunca había sido suficiente para mí, sin embargo yo sí estaba dispuesto a comprometerme con él.

A me hizo caer nuevamente en esa misma reflexión con un ligero retruécano. Entonces llegué a la conclusión de que sigo sin tener un manual para las relaciones, necesito saber cómo funciona, no sé cómo es que se supone que debería ser. Si no es una cuestión ni de sexo ni de suficiencia ¿De qué se trata?

Y henos aquí… nuevamente llegando a mi falta de habilidad para establecer contacto con las personas, y yo, aunque me repita que no es una cuestión de ser o no ser suficiente, sigo sin la plena convicción de ello; y aunque sepa que el método para relacionarse no es el sexo como el fin último que se debe alcanzarse, heme aquí, sin imaginación para inventar otra gama de aproximaciones…