En múltiples ocasiones se ha comentado que el teatro político y toda forma de arte que tenga la finalidad de emitir un mensaje social es un arte panfletario; Jesusa comenta:
“Yo creo que le tenemos mucho miedo al panfleto porque no entendemos que el arte siempre tiene un contenido. Ahora se dice que las obras no deben tener contenido porque dejan de ser arte. No hay una conciencia de que siempre hay un contenido, quieras o no.”
¿Cómo se puede sostener una postura política desde el teatro y al mismo tiempo sostener una propuesta estética?
“Nada más es encararlo desde ese ángulo y dejar de pensar si estás haciendo un acto utilitario o no; a mí no me importa eso, lo que me importa es poder decir lo que siento, lo que pienso, lo que me da placer o displacer a través del arte. Si eso es un arte panfletario, pues bienvenido el arte panfletario; lo que me importa es llegar a la gente de distintas maneras. Los caminos del arte son todos, y a mí el arte por el arte no me interesa (y nuca me ha interesado).”
¿Es el teatro aún una lucha social?
“Creo que lo es más que nunca. No el teatro formal, que me parece en muchos sentidos anacrónico; la forma del teatro, es decir la herramienta artística que es el teatro, es más funcional que nunca. Yo llevo más de cinco años desarrollando teatro para mujeres indígenas, con mujeres indígenas, donde ellas representan los mitos en las pirámides y eso es teatro; para mí nunca ha tenido más sentido que ahora que lo estoy aplicando a las causas sociales.”
Una de las causas que ha defendido Jesusa Rodríguez a través de sus espectáculos es la protección de los derechos de la comunidad lésbico-gay; le preguntamos su opinión sobre la aprobación de la Ley de Sociedades de Convivencia:
“Yo no creo que una ley cambie nada por el hecho de decretarse, porque ya la sociedad ha cambiado sus costumbres muchísimo antes que una ley se promulgue. Generalmente las leyes se quedan cortas frente a lo que la sociedad ya ha ido evolucionando. Las costumbres de los mexicanos ya no corresponden siquiera a lo planteado en la Ley de Sociedades de Convivencia. ¿Cómo podría una ley cambiar nada, sino la percepción de que la sociedad ha cambiado desde mucho antes? Sí te puede dar la idea de que el pensamiento ha cambiado, pero en la ciudad de México (porque además no estás hablando de una ley nacional ni que permita el matrimonio entre homosexuales). Es un pasito que te habla de la expresión de muchas personas; y para que se diera ese pasito ya miles habían sufrido mucho dolor por la cerrazón de las políticas. Te habla también de que habrá menos sufrimiento de esos miles y que habrá un poco más de apertura de aquellos millones, porque la sociedad mexicana es todavía muy conservadora. Entonces sí indica un cambio, pero no produce un cambio. Éste ya se produjo hace años, y sobre todo se nota en los jóvenes, quienes difícilmente tienen prejuicios hacia la homosexualidad. Ya no tienen integrado el rechazo como lo tenían seriamente los muchachos de hace 50 años. Ya no es un estigma pavoroso. Aún cuando la derecha pretenda establecer políticas de retroceso, no lo pueden hacer, porque ya está en la educación.
”Ahora ser un discriminador es estar disminuido en lugar de estar por delante de los demás; eso está permeando en la sociedad y ya no lo puede evitar nadie. Lo que es muy importante es caminar más rápido en las leyes, porque en la medida en que las leyes protegen se refleja más el cambio social, se plasma con más facilidad el cambio, y la gente se vuelve –como lo dijo Zapatero en su momento—más decente. Se adecenta porque se humaniza y comienza a comprender que el respeto a la diversidad engrandece, y lo que disminuye es justamente la intolerancia.”
1 comentario:
qué buen blog... qué buena entrevista... qué buena foto... y qué buena amiga tienes:
Paloma
Publicar un comentario