miércoles, 27 de abril de 2011

In Treatment (Sesión 5)


Ya sé que es un cliché el hecho de decir que nos disociamos en varias personalidades de acuerdo con las actividades sociales y/o personales que tengamos. Cuando era adolescente tuve una etapa en la que desarrollé una teoría sobre las máscaras. En ese entonces pensaba que las personas teníamos una máscara que nos funcionaba para convivir en sociedad, que sólo en la intimidad nos mostrábamos como éramos realmente. Luego pensé que el hecho de plantearlo como una máscara da la idea de que es algo falso, que el Yo social, es decir, la máscara es algo que "no se es", si bien esto opera así en muchas personas que ocultan terribles secretos (reales o imaginarios), no es una manera adecuada de plantearlo para alguien que pretende no ocultar nada y ser auténtico. Más tarde pensé que en realidad las personas somos como cebollas, conoces la capa superior y poco a poco, con el trato y la confianza las otras capas se van develando hasta llegar al interior. Esta idea me satisfizo durante mucho tiempo, porque se basa en la fe de que detrás de toda persona que se conoce superficialmente existe la posibilidad de llegar al corazón. Ahora dudo de esta teoría vegetal. Porque aunque ciertamente nos develamos poco a poco, el paso de una capa a otra parece, al pronto un proceso muy simple y natural, y en mí no ha operado así. Es más bien como si fuera una especie de televisión (con señal abierta) que muestra sólo unos 3 o 4 canales, que no son graduales en absoluto, sencillamente captan y transmiten distintas señales. Incluso en cada canal tienes nombres diferentes:
En el canal 2 se transmite la telenovela de Francisco Iván, una triste historia de un chico solitario que no puede encontrar el amor y al que le pasan mil y una calamidades, es moralmente bueno, pero el mundo lo agrede y llora y llora en espera de una salvación milagrosa; en el 5 se transmite la serie de Fran, que hasta el momento parece una historia inspirada en The Devil Wears Prada, Fran es una especie de Miranda Prestley tercermundista antes de trabajar en la revista más importante del mundo, a Fran no le importan las personas, su objetivo fundamental es ser existoso en su trabajo, es un controlador compulsivo, sarcástico e intolerante que siempre consigue lo que se propone, aunque sea en detrimento de su casi inexistente vida personal, nunca queda claro si es un villano o simplemente un humano complejo e inexcrutable. En el canal 9 se transmite frecuentemente la película de Chisco, un maestro de español, intelectual, preocupado por sus alumnos, tolerante, generoso y muy estimado, cuya meta es sacar adelante a sus alumnos mediante la paciencia y mostrando lo mejor de sí... Es como la típica película donde los alumnos son un puñado de nerds o de rebeldes que no sirven para nada y no tienen confianza en sí mismos hasta que llega el maestro maravilla y les cambia la mentalidad hasta que ganan el concurso (sea de lo que sea el concurso), y tiene un final feliz y bastante emotivo. En el canal 12 (que sólo se transmite en Durango) se repite una y otra vez la miniserie de Paco que parece una mezcla entre "Lo que Callamos las Mujeres" y La montaña Mágica de Thomas Mann (dirigida por Lars Von Trier en su etapa pobera). Ya rara vez se sintoniza el 22, donde aparecen las reseñas y reflexiones de los clásicos y las altas referencias literarias en un programa de crítica y opinión sobre arte y cultura conducido por Francisco Solís...
Esa es la programación no es que ninguno de los canales sean falsos, todos son verdaderos, sencillamente el aparato (o la televisora), es decir el Yo, sintoniza el canal o pone la programación que le parece conveniente de acuerdo con la audiencia. Evidentemente la Televisora le dará preponderancia a los contenidos que cree que le funcionan mejor. Pero cuando el Yo es la televisora, muchas veces se equivoca, eso es cierto, pues no cuenta con los instrumentos necesarios para definir a su audiencia ni formas claras de medir el rating. Por ejemplo, a mí me parece mucho más interesante hablar de la serie del 5 que sobre la novela del 2 o la película del 9, aunque mi audiencia muchas veces se aburre de esa serie y preferiría ver la novela o la miniserie...
Esta me parece una metáfora más justa que la que hicimos en esta sesión de terapia, en la que se plantearon 3 Franciscos: 1) el Social, fuerte, determinado e invulnerable, 2) el frágil, delicado, inseguro y vulnerable, 3) un estado intermedio en el que Francisco 1 deja ver a Francisco 2...
Si bien Francisco 1 puede parecer una coraza que oculta al pobre y delicado Francisco 2 que tiene ganas de salir, de ser así, estaría regresando a aquella adolescente teroría de las máscaras. Lo cierto es que Francisco 1 posee una estructura y un manual que le permite funcionar socialmente de manera muy exitosa, y todos sus esfuerzos son en pos de todos los Franciscos involucrados. No es que Francisco 2 tenga que hacerle agujeros a Francisco 1 para poder asomarse de vez en cuando, el asunto con Francisco 1 es que no posee unas reglas precisas para poder obrar en relación con los demás; por lo tanto la cuestión está en las transisiones entre un Francisco y otro, y, regresando a la metáfora anterior: el cambio de un canal a otro.
El problema que aparece de inmediato es que, al parecer, tanto un develamiento de un Francisco a otro, como el cambio de canal no implican una transición gradual. Son cambios abruptos, tan abruptos que en el cambio el Francisco que está debajo, o el canal siguiente no está preparado para reaccionar, entonces se paraliza, hay un loop. Una vez iniciado el sistema en el modus Francisco 1 (o Canal 5), (Las metáforas con números y las frases parentéticas no hacen más sencillo este texto) es muy complicado realizar un cambio, pues el sistema ya está iniciado. Habría que reiniciar el sistema para poder hacer funcionar algún otro de sus sistemas operativos de manera correcta. ¿Qué se necesita para poder hacer estas transiciones de manera gradual? ¿Cómo hacer que el Francisco sistemático de pronto pueda brincar hacia un Francisco emocionalmente reactivo?
A mi terapeuta le parece que hay que sacar más al Francisco 2, presentarlo en sociedad o algo así... no me parece la mejor idea. Mientras el Francisco 1) posee una gramática muy extensa y complicada que le permite operar en el texto Francisco, aunque no lo comprenda del todo ni abarque sus sentidos en su totalidad. El real problema de Francisco 2 es que no posee un sistema ordenado de relglas, ni una gramática, ni un modus operandi. Entonces A, mi terapeuta, le parece apropiado comenzar a generar esa gramática con algunos de los elementos mencionados durante la sesión:
Condiciones Necesarias para que Francisco 2 opere: 1) Seguridad, 2) Intimidad, 3) Afecto, 4) control (o sentimiento de control)... Ok. No es la primer página de la gramática, son sólo las primeras líneas...
Ciertamente si Francisco 2 tuviera las reglas para echar a andar su sistema operativo, sería un paso, no se sabe aún si es un paso hacia adelante, o hacia la funcionalidad social, o hacia el establecimiento de relaciones afectivas profundas... No se sabe. Veremos a dónde conduce eso.
Siendo tan pretendidamente sistemático este texto me parecería inocuo el contar las anécdotas que nos llevaron a tales reflexiones, así que sencillamente las ennumeraré: 1) La enfermedad y muerte del padre de mi amiga K, 2) La junta de actores para explicar la salida del actor que despedí, 3) una cita para conocer a un prospecto que se convirtió en un infomercial de unas pastillas milagrosas que curan todo y evitan el envejecimiento, 4) La planeación de una expo de fotografía en Guadalajara (de ello hablaré después).
PD. ¿QUé es lo que hacer realmente la cabeza de una televisora?

lunes, 18 de abril de 2011

In Treatment (Sesión 4)

Debo reconocer las aportaciones a mi terapia de S gran amiga, brillante ser humano. No limitada por las condicionantes propias de su género (para no entrar en detalles). He hablado mucho con S desde que comencé a asistir a terapia, de hecho, mucho de lo hablado en las sesiones son por aportaciones suyas. Temas que ella pone en la mesa ante mis ojos y que dan perfectamente en el clavo. Creo que las sesiones finalmente son un resumen o una versión pequeña de mis pláticas con S, lo suficientemente pequeñas como para procesarlas. He de asumir que con S hablo de tantas cosas y son tan precisas que al terminar no se puede procesar tanto. De hecho esa es la practicidad que le encuentro a la brevedad de las sesiones de terapia, procesas las cosas "en abonos".
En esta sesión comenzamos a hablar de mi semana, bastante agitada. La salida de uno de los actores de la obra, no sé si porque yo lo corrí o porque él decidió irse. Lo cierto es que se ha ido porque no fue capaz de decirme a la cara que sí podía dar las funciones que dijo que no podría para darse importancia. Asunto concluido, se va, y ya estamos entrenando al reemplazo. Comencé a leer esta semana La separación de los amantes de Igor Caruso. Ya había leído ese libro hace mucho tiempo, lo comencé a releer porque se lo prestaría a una buena amiga que también está batallando en un proceso de separación. Leí sólo la parte de las etapas:
1) La catástrofe del Yo
2) La agresividad
3) La indiferencia
4) La Huida hacia adelante
5) Ideologización
Viéndolo en perspectiva, creo que pasé ya todas las etapas, pero no en orden ni después de la separación. Comencé con la Indiferencia, luego la Ideologización, luego la Huida hacia adelante, luego la Catástrofe del Yo, ahora estoy en la agresividad... Bueno, en términos generales. Muchas de las etapas las pasé antes de que se fuera JR. De hecho pasé junto a él la indiferencia y la huida hacia adelante. Y antes de que se fuera mi frase favorita era "el hecho de que se quede no implica que las cosas vayan a funcionar". Y bueno, todo en función de hacer menos trágica la situación.
Estuvimos explorando la agresividad, la ira, el coraje que me da toda la situación. Me fastidia el hecho de que las responsabilidades que se supone que compartíamos ya pasaron sólo a mi cuenta, no es un peso demasiado oneroso, pero es algo que dijimos que haríamos juntos. Odio el hecho de que nunca haya tenido los huevos de tomar las riendas de los asuntos que teníamos juntos, y que ahora yo tenga que estar parchando todos los huecos que dejó. Odio el hecho de que me mande "bendiciones" cuando le digo que lo quiero por MSN... Y en resumidas cuentas, como hablaba con P hace unos días: Odio el hecho de que no deseara lo que yo deseaba.
Creo que lo que más odio es el sentirme reflejado en su situación, no quiero que dentro de 15 años me suceda lo mismo. Ver que vine al DF dejando mi pueblo en pos de un mejor futuro y tener que regresar con la cola entre las patas porque la situación aquí resulta insoportable por la falta de opciones o porque no se pudo realizar lo que se quería, vivir esa frustración sería intolerable. Por eso es que siento culpa por odiar a JR y no me permito odiarlo abiertamente, porque el verme reflejado en su situación me hace compadecerlo.
En cierta forma soy responsable de la indiferencia de JR, pues mis capacidades de reacción ante muchas circunstancias es la misma: una especie de indiferencia condescendiente. Eso no debe ser muy inspirador a la hora de entablar relaciones conmigo.

¿Cómo hacer cuando durante toda tu vida, desde tu educación y los ejemplos de los que has mamado tienen una cara pública fuerte, sólida e invulnerable y una privada echa pedazos, frágil y voluble? ¿Cómo hacer para que en estas condiciones alguien empatice contigo y desarrollar una relación profunda? ¿Cómo hacerlo en dosis moderadas? ¿Es necesario que sea en dosis moderadas?
La cuestión es que desde niño mi apodo fue "Droopy" porque era completamente inexpresivo. Mis reacciones eran siempre las mismas, inexpresivas.
Los arrebatos emocionales como las peleas a gritos, los llantos que de pronto brotan no están dentro de mis parámetros de conducta normal. Porque mi cara social no los permite. Eso es bastante normal. Y vaya, es algo que me funciona bastante bien en mi vida laboral, aunque ciertamente mi vida no es tan dulce y glamourosa como se puede leer a simple vista en mi muro de Facebook.
Mi terapeuta me cuestiona si eso es funcional en terapia. Le expliqué todos los prejuicios con los que llegué a terapia, la cuestión de su edad y mi preocupación porque tal vez él tenga un manejo del lenguaje menos rico que el mío, y al ser el lenguaje la herramienta e instrumento principal para tratarme, pues primero necesitaba cerciorarme de que él comprendía en el nivel racional mi situación, mi contexto y el quid del asunto.
Necesito reglas (¿No se supone que la psicoterapia tiene como fin último la "normalización" y con ello la "regulación" de la conducta?"). Le hablé de esa necesidad, de que se me regule, soy una persona que funciona a base de reglas. Las reglas que me he impuesto me han funcionado muy bien en cuestiones laborales, en ese tipo de socialización. Pero no me funcionan en otros tipos de socialización porque mis normas de conducta son demasiado estrictas, incluso en mi relación conmigo mismo...
Me dijo varias cosas sobre la autorregulación, y que él ve que estoy luchando contra mis propias reglas... (aha... eso lo sé). Me llamó la atención sobre mi uso de la palabra "luchar" que yo digo luchar contra mis deberes autoimpuestos. Que el luchar no debería estar en la ecuación. Que cuando una persona se lucha contra algo dentro de sí mismo, al asumirlo comienza a cambiarlo... en lugar de luchar, asumir.
Recordé el poema de Whitman El Canto de mí mismo que dice (en la traducción de Borges): "¿Me contradigo? Pues bien: Me contradigo". Esa es una licencia que siempre me he dado ideológicamente.
Ahora, asumirlo no significa comprenderlo, porque evidentemente soy muy consciente de la situación. De hecho esa sobreracionalización del asunto es lo que me tiene como me tiene...

Me dijo que él respetaba mis tiempos, y que si en algún momento quería mostrarme como el Yo no-social, podía. Le dije que no era una cuestión de confianza, finalmente a él le he dicho cosas que nadie más sabe ni sabrá. La cosa es esa, que primero debo saber que es capaz de llenar el crucigrama que tengo armado en mi cabeza para después poder dar ese paso (del que sólo P y mi gato han sido testigos alguna vez).
El problema está en que ese método de socialización racionalizadora es efectiva en el ámbito laboral, pues me permite generar estrategias y mover las piezas, pero me es inoperante en cuestones personales, y mi regulación íntima me impide tener desfogues emocionales efectivos.
En fin... Hay que pensar en cómo conciliar estos mundos, sin que uno cause mella sobre el otro... ¿es eso irreal de mi parte?

lunes, 11 de abril de 2011

In Treatment (Sesión 3)


Comienzo a hablar de que en mi semana ocurrieron cosas extrañas, la visita de MA de Guadalajara. Fuimos a Zona Maco, y es en realidad un problema que tu ocupación no responda a un título. Te preguntan: "¿Tú eres artista?" Y tú dices: "hmmm... pues hago de todo". Siempre me ha dado pudor el decir que soy fotógrafo, sobre todo porque tengo muchos amigos que son fotógrafos, que han estudiado fotografía y se han dedicado a ello durante mucho tiempo profesionalmente. Me siento como un usurpador el decir que soy Fotógrafo o Maquillista o Vestuarista o Coordinador de Moda o Letrasclasicólogo... porque de ninguna de esas cosas tengo un título. Y bueno, esto para que alguien llegue y te presente con un simple: "él es diseñador, o algo así..."
Nuevamente mi problema de definición. Creo por lo que hago yo soy una especie de diseñador-productor-realizador de imágenes, llamémoslo DPRI (Pero eso suena como a partido político democrático, revolucionario e institucional).
Bueno, la cuestión de mi definición por un sencillo protocolo social deriva en que me es complicado establecer vínculos con las personas, porque no sé qué es lo que hay en mi tarjeta de presentación. No sólamente en el nivel del oficio, sino en todo lo demás. Mi definición es tan ambigua. Siempre he estado luchando por quitarme etiquetas, de la edad, de la orientación sexual, del estatus económico, de la escolaridad, de todo... toda mi vida me la he pasado evitando las etiquetas en pos de ser yo mismo. Ahora, las convenciones sociales me conminan a etiquetarme, ahora no sé cómo hacerlo sin romper con mis principios.
Entonces llegamos a la cuestión de la empatía: ¿Cómo sentir empatía por las personas? ¿No se supone que debería estar preocupado por el pueblo japonés y sus catástrofes? ¿No se supone que debería de condolerme del pobre limosnero de la calle? No. No lo hago. ¿Soy inhumano? ¿Debo sentirme culpable por ello?
La cuestión se centra en esta necesidad apremiante de establecer un vínculo. Cuando JR se fue lo primero que hice fue buscar desesperadamente en Internet a alguien con quien tener sexo, no sé si por venganza o desamparo. Necesitaba establecer un vínculo para el cual el sexo siempre es un buen placebo. Sobra decir que durante esos días mi búsqueda fue infructuosa. Estuve célibemente esperando a que alguien llegara y nadie lo hizo (supongo que también resultaba hasta cierto punto atemorizante la premura, o sencillamente la gente no tiene determinación). De cualquier forma ya está probada la decepción que implican los ligues interneteros...
¿Por qué es necesario el vínculo? Porque te sientes aislado, has pasado demasiado tiempo de tu vida tratando de cultivarte, de enriquecerte personal e intelectualmente; te has enfocado en conocerte, explorarte, generarte más habilidades y crear tu personaje. La cuestión es que todo eso ha resultado en un proceso bastante aislante, y aún así no sabes siquiera qué es lo que hay en tu tarjeta de presentación... Frustrante...
Entonces hice una analogía entre los gatos, los perros y los seres humanos. Los perros te odian o te aman y eso lo harán siempre incondicionalmente, te amarán si los golpeas, no los alimentas y los maltratas, y te odiarán incluso si les dices palabras bonitas y trates de acariciarlos. En ese sentido, el perro no importa, porque la relación ya está dada, y tampoco tiene por qué preocuparte tu relación con el perro, porque el perro está ahí y sus reacciones son bastante predecibles. Con los gatos estableces una relación que debes alimentar día a día, es temperamental y si no amas al gato, él no te amará, estableces un vínculo porque no puedes predecir sus actitudes, discutes, te enojas, aprende, aprendes, te conmueve, le conmueves, te busca, te evita, lo buscas, etc.
En mi mundo individual el noventaytantos por ciento de la población son Perros, y menos del 10% son como gatos o tienen espíritu de gato. (Aunque sé que esto es más un valor que yo designo que algo que exista realmente) No me puedo vincular con las personas si no siento cierto grado de identificación, muchos de mis parámetros al respecto son estéticos, en el sentido de que sí le doy importancia a factores digamos "formales", como raza, aspecto, talla, género, etc, etc...
¿Debería sentirme mal con ello? ¿Deberían importarme esas personas que no califican como gatos?
Lo cierto que mi capacidad de establecer vínculos está atrofiada. Tengo amigos hechos y derechos, con los cuales mi cabeza no estructura un plan de acción y con quienes puedo ser espontáneo. Pero cuando me enfrento a personas nuevas me es mucho más fácil pactar un contacto sexual que establecer una relación con miras a una amistad o a una relación de pareja o algo así...
Soy pésimo para ligar. Pues por una parte mis deseos de controlar la situación y la impaciencia por lo impredecible del asunto me hacen acelerar las cosas y llevarlas a un feliz término (sexo) o a un mal término (nada), o a un peor término (sexo). El sexo es el término, es como el objetivo que siento que se debe alcanzar pero al ser una meta, no conduce a nada más. No se genera un vínculo, es la meta, el final del camino.
¿Qué hacer para cambiar ese patrón? ¿Cómo decirle a mi cabeza que no estructure elaborados caminos para llegar al mismo fin pero con alguna consecuente relación? ¿Es necesario buscar a alguien? ¿No se supone que esas cosas "llegan" u "ocurren" en los lugares menos esperados? ¿Son muy peligrosos esos lugares como para ir a estas horas? ¿Hay un mundo fuera de internet como para ligar más fructíferamente? ¿Cómo se hace eso?
Antros, Yoga, Centros de Auto-ayuda o Crecimiento Personal, Cursos de Idiomas le parecen a mi terapeuta buenos lugares para conocer gente, dado mi común aislamiento. Odio los antros y los centros de auto-ayuda (por eso voy a terapia). Tengo buenos argumentos para descartar estas opciones. Tanto en los Antros como en los Centros de Crecimiento personal de corte gay hay un gran sentido de ser "correligionarios" con la causa gay (muerta desde los 90's). Además, me fastidia que salvo en las clases de idiomas, en los demás parece como un requisito el tener que renunciar a todo lo que se ha aprendido o a tus ideologías personales en pos de una supuestamente superior y más efectiva... Y el tener toda esta maraña de hilos de pensamientos, ideologías, prejuicios y vanidades me ha costado mucho trabajo, años de lectura y mucho cultivo y aislamiento como para querer renunciar a ellos en pos de una cool clase de Yoga... Habrá que buscar otras opciones... Lo cierto es que estoy cansado de estar sentado esperando a que me saquen a bailar...





miércoles, 6 de abril de 2011

In Treatment (Sesión 2)


Puntualmente llego a la cita. Saludos, silencio incómodo, conversación tenso-casual sobre la sesión con mi Psíquico, ligera explicación sobre mi teoría de la empatía, entonces:
--Enséñame tu magia-- Le digo. Me da opciones de cosas que podemos hacer, tras mi indecisión de qué tema traer a la mesa, así que optamos por hacer un pequeño ejercicio: cerrar los ojos y sentir cada una de las partes de mi cuerpo, comenzando desde la cabeza, recorriendo cada uno de mis miembros en orden descendente (evitando las nalgas y los genitales, supongo que por no distraer la atención hacia otras cosas, (aunque su omisión también sirviera para distraer la atención con esta pequeña reflexión)), después debía enfocarme en mi respiración, mientras identificaba las tensiones que había encontrado en mi cuerpo.
Después me pide que identifique las tensiones, y abro los ojos (después me enteré de que no debía abrirlos en ese momento). Describí la tensión en mi espalda como una presión que va de un punto a otro. Comenzamos a hablar sobre la tensión y le dije que sin la tensión, la presión y el agobio que esa tensión me provoca me sería imposible salir de la cama. Eso es lo que me mantiene en movimiento, incluso llego a auto imponerme responsabilidades en función de mantenerme en movimiento. De otra manera el ocio me consume, me mata el sentirme improductivo.
Proseguimos hablando sobre ello y mi necesidad por comprender qué es lo que él hace, finalmente es la manera en la que obro: conozco lo que los demás hacen, lo aprendo y finalmente dejo de necesitar a las personas... por eso es que he adquirido tantas habilidades.
Entonces hablamos sobre mi necesidad de controlar todo en lo que me involucro, le cuento una breve discusión que mantuve en la semana con R. en la que me enfatiza el hecho de que toda la frustración que yo sentía trabajando con un director tan obstinado, él mismo la sentía para conmigo. Debo asumir que herí a R. en esa conversación, pues lo llamé ineficaz, impráctico y nada brillante para solucionar problemas. Me pegó el hecho de que me dijera que yo mismo era aquello que odiaba tanto del director de la obra, el hecho de vendernos la falsa idea de que podíamos intervenir creativamente para que finalmente termináramos haciendo lo que él había pensado desde el principio.
Debo decir que muchas veces hago eso deliberadamente, pero creí que era más hábil para seducir a las personas para que terminaran haciendo lo que yo quería...
Entonces le llamo la atención al terapeuta de que las palabras que más se habían repetido durante todo lo que iba de la conversación eran: 1) productividad, 2) eficacia, 3) practicidad.
Me pregunta cómo me imagino un ambiente en el que no existan esas tres condiciones, y le digo que sencillamente no me lo imagino.
--¿Este lugar te parece práctico?-- Pregunta
--Sí, definitivamente, es un lugar con una atmósfera tranquila, donde se pueden tener este tipo de conversaciones. Tienes unos pañuelos dispuestos en caso de lágrimas, hay un espejo, un cuarzo (que aún no descubro para qué sirve, pero ya me lo dirás o lo descubriré en algún momento).
--¿Y cómo te sientes tú en este lugar?--
-- Me siento bien, es decir, finalmente sé que todo aquí está dispuesto de tal manera en que yo sea el centro de atención. Incluso tú eres una piedra donde las cosas que yo digo rebotan para que finalmente regresen a mí.
Miro su cara de sorpresa al escuchar mis últimas palabras, y me dice:
-- ¿En qué sentido soy una piedra? --
-- Lo que quiero decir es que finalmente sé que tu profesión de impide involucrarte, tú eres útil, incluso cuando las cosas que te digo transpasan tu experiencia personal, deben ser filtradas por tu conocimiento y tu profesión, para finalmente regresar la atención hacia mí, y tú debes permanecer al margen de lo que sucede conmigo, finalmente soy yo quien estructura el discurso y tú eres quien lo guía.--
-- Siento la necesidad de decirte que cuando dices estas cosas siento un distanciamiento de tu parte.--
-- Sí, así es.--
-- Siento que estás poniendo una barrera para que fluya la relación--
-- Es que no tengo la menor idea de qué relación es la que se supone que deberíamos tener --
Tras hacerme unas cuantas preguntas a las que yo contesté con mi respuesta más recurrente últimamente: "no sé", me reclamó el hecho de que estaba aventando la pelota y que yo se la rebotaba todo el tiempo.
-- ¿Qué me dices si te digo que yo sentí dolor por lo que me dijiste? --
-- Que ese es tu problema, tú me preguntaste y yo te contesté, eso es algo que me sucede muchas veces en todas partes, la mayor parte de las veces sin darme cuenta. La gente se acerca a mí porque la única carta que yo muestro es la honestidad, es como si agitara un pequeño espejo que llama la atención, pero se corre el riesgo de que un día te muestre ese espejo directamente y te veas. ¿Para qué escarbas si finalmente sabes que vas a encontrar algo que no te va a gustar?-- Le dije señalando mi pecho.
-- ¿Y cuál es la reacción que tú tienes cuando yo te digo que esto me dolió?-- Me pregunta nuevamente
-- ¿Qué es lo que quieres que haga? --
-- Te estoy diciendo, Francisco, estoy sintiendo un distanciamiento ¿Cuál es tu reacción a ello? Vuelves a cerrarte --
-- La cuestión es que ante una situación así sólo existen tres salidas: 1) Obsesionarse con la idea de "¿Qué es lo que dije que lastimó al otro?", 2) Culpabilizarme y por lo tanto disculparme de algo que no sé de qué se trata exactamente, y por lo tanto dar una disculpa vacía, 3) Dejar que el distanciamiento siga su curso y dejar que la persona se aleje. La cuestión está en que aquí, tú me puedes decir, me lastimó esto, y yo lo puedo entender, aunque no sepa cómo reaccionar, pero finalmente yo sé que eso no significa que ya no nos podemos ver la próxima semana. El problema está en que en el mundo real, la gente sólo se aleja.
-- Y tú no quieres que la gente se aleje --
-- Pues no --
-- Dilo ---- No quiero que la gente se aleje --
Entonces comenzamos a hablar de mi tendencia a intelectualizar las emosiones y no dejarlas fluir en tanto emociones, comienzo a hablar y puedo resultar "brutalmente honesto" (aunque suene a slogan de Dr. House), principalmente porque aborrezco a las personas que se la pasan compadeciéndose de sí mismas, diciendo que sufren y haciéndose las víctimas. No me imagino a mí mismo llegando a todas partes con un letrero que diga "soy frágil". De cierta manera en esta semana vi que el hecho de decir que estoy en terapia es una manera cool de hacerse la víctima, la gente te mira con preocupación, te preguntan si estás bien, y ya, obtienes esa clase de atención sin necesidad de embarrarle a la gente tus problemas en la cara... Finalmente sé que tengo desfogues para mis momentos de mayor crisis, como encerrarme con mi gato a ver películas tristes y llorar desconsoladamente incluso con comerciales de televisión medianamente emotivos... En algún punto me dijo que al explicarle mis mecanismos puede sentir que el distanciamiento se había librado y que se puede conseguir nuevamente la empatía.
Nos damos cuenta entonces de que ha terminado la hora y que incluso nos pasamos como por 4 minutos, y él me dice:
-- Siento como que falta algo --
-- Es que tienes que entender que yo soy Bob Esponja. Es decir, Bob Esponja es es feliz, cree en la bondad de las personas, ama su trabajo, pero vive en un mundo estructurado en reglas muy precisas, se levanta a determinada hora, sigue su rutina, llega al trabajo donde tiene su espátula, donde todo funciona de manera perfecta, mientras se cumpla la estructura que él tiene perfectamente clara en la cabeza todo es un estado de felicidad extrema. Pero cuando una pequeña regla se rompe o algo altera el orden de las cosas es cuando él entra en crisis, se parte a la mitad y se saca los ojos...--
No pude evitar cierta sensación desoladora al abandonar el consultorio y mi cabeza no ha dejado de dar vueltas sobre todo lo hablado. Esa debe ser su magia.

viernes, 1 de abril de 2011

Psicoterapeuta Vs Psíquico


Dado que mis consultas con el terapeuta (o terapista, o psicoterapeuta, o psicólogo, o cómo se le dice??) son sólo los lunes decidí ir a consulta con un amigo psíquico.
Comenzaré contando el antecedente. Esta es la segunda consulta que le hago en la vida... bueno, la primera él me la ofreció, entonces no fue consulta fue un regalo, y literalmente esta es la primera vez que acudo a él a consultarlo.

Las circunstancias en que conocí a mi Psíquico son bastante extrañas. Fue uno de tantos contactos que uno agrega en el msn con la finalidad de "ligar" aunque no pasa de chatear un par de días para que después se convierta en un nombre más en tus contactos conectados... Un día en que yo estaba realmente en crisis (económica, anímica y emocional) Entonces recibo un casual "Hola" De ahí comenzamos a platicar. Le conté que estaba tirado en mi casa con ganas de ver Bob Esponja toda la tarde, así que me invitó a tomar un café, yo le dije que no me interesaba tener sexo esa tarde, y él me dijo que sólo me estaba invitando un café. A mí no me daban muchas ganas de salir de la casa, pero decidí ir. Mientras caminaba hacia su casa iba pensando que me daba una pereza terrible el tener que contar nuevamente mi historia, decirle a alguien mi currículum, todo lo que he hecho, con quién he trabajado, que estoy en mi crisis de los 30's, que no sé qué rumbo tiene mi vida en este momento, que estoy cansado de buscar pareja. Para que todo terminara nuevamente en un anónimo acostón que jamás se repetiría...
Llegué a su departamento que este sí parecía una tienda de artículos esotéricos, eso mezclado con la casa de una tía-abuela: todo lleno de adornitos pequeños por todas partes. Llegué me ofreció un café y me invitó a pasar a su estudio. No platicamos mucho, de hecho, no habíamos platicado casi nada, ni por MSN... De pronto sacó un mazo de tarot y me dijo: --Esta te la voy a regalar, sólo porque te animaste a venir--
Inmediatamente comenzó a contarme mi historia, casi paso a paso. Me dijo cosas sobre mi infancia, cosas que nadie podía haber sabido jamás (como el hecho de que mi madre tuvo un aborto entre mi hermano mayor y yo... es decir, ese tipo de cosas no son como de cualquier charla de café...). En realidad me sorprendió, porque él me dijo todas esas cosas que yo no le quería contar en mi camino hacia su departamento. Me las dijo corregidas y aumentadas, me habló sobre las razones de mis dudas. Y me dijo que las penurias continuarían por un tiempo, pero que finalmente saldría adelante.
A mí me parecía una situación tan mágica y extraña que no sentía que fuera real, no me espanté, ni me maravillé en ese instante, todo era tan irreal...
Finalmente me pidió que partiera el mazo en 7 grupos de 11 cartas, y que realizara una pregunta con cada pequeño paquete... así lo hice y me contestó muchas cosas muy impresionantes. Todas ellas esperanzadoras, pero la más desconcertante fue la última. Yo pregunté para mis adentros (pues algunas preguntas las exterioricé y otras las dije sólo para mí: "¿Hay alguna razón por la que esta lectura tuviera que ocurrir además de decirme todas estas cosas que yo ya sabía?"
Entonces él, sin haber escuchado la pregunta toma el paquetito de 11 cartas, saca la primera y dice:
-- Sí... Hay una razón, y es que tú siempre te has mantenido en situaciones extremas, porque crees que de alguna manera las cosas se solucionan al final del camino y de manera casi milagrosa. Esa es la única relación que tú sientes tener con lo divino, por eso es que sigues poniéndote a tí mismo en tales circunstancias. Pero a veces Dios tiene que intervenir directamente. Es como cuando mandas cartas y mails y más cartas y mails a una empresa y finalmente te responden.--
Yo me quedé petrificado. Mientras él seguiá diciéndome que esta lectura había ocurrido porque Dios había tenido que intervenir directamente en ese momento de crisis. Seguí escuchando sus consejos, me aconsejó reorganizar la disposición de mis muebles en una especie de Feng-Shui Cristiano, me dió un té de yerbas para que limpiara mi casa, y me dijo que me deshiciera de las cosas que ya no usaba.
Seguimos platicando por un rato hasta que me saturé y le dije que sentía que era el momento de terminar la plática, porque yo tenía muchas cosas que hacer.
Entonces llegué a mi casa, y comencé a seguir sus consejos al pie de la letra. Finalmente no tenía nada que perder. Y sí, las cosas mejoraron por algún tiempo.
Fue una expetiencia realmente mística y extraña.
Pensé muchas veces sobre ese extraño encuentro con el Psíquico, hasta que llegué a la conclusión de que si bien no tienen un poder mágico como tal, lo que sí poseen es una gran capacidad de empatizar contigo. Son capaces de identificar qué es lo que te aflije, las cartas sólo refuerzan las teorías que ellos lanzan sobre tí, sólo con verte y sentirte, como se dice "te vibran" pero de una manera tal que pueden llegar a aventurar cosas tan precisas que resulta espeluznante, todo ello es obra de la empatía, cosa que muchas veces es difícil de encontrar con un fío terapeuta, que sólo te escucha y te escucha sin decir nada... El Psíquico dice las cosas por ti. En Terapia tú eres quien estructura el discurso y guiado por el terapeuta le das uno u otro sentido a tu historia, en el caso del Psíquico, él te cuenta la historia, tú asientes o niegas para indicarle por dónde puede o no puede ir. Pero ambas son formas de confrontación, que es lo que se busca cuando se busca lo uno o lo otro...

Ahora, después de mi primera sesión con el nuevo terapeuta, llego con el Psíquico, a pedirle una consulta. Esta consulta fue mucho menos mágica, en el sentido de que ya no me asombraba porque sabía de lo que era capaz de hacer. Identificó cuáles eran mis problemas principales. Mis conflictos vocacionales, me dijo que todo iba a salir bien, que mis proyectos van a fructificar muy pronto. Después de describir mi sintomatología: dolor de espalda, estómago inflamado, dificultad para dormir, me dio unos cuantos consejos respecto a mi alimentación.
Me dijo que yo lanzaba juicios muy severos contra mi mismo... que debo de cuidarme de eso, y que un hombre blanco o rubio me ofrecerá una oportunidad de trabajo muy importante fuera de la ciudad.
Describió exactamente cómo me siento respecto a JR, y me dijo que efectivamente, esto lo afectaba más a él que a mí, que yo soy adaptable y que él es una persona difícil de soportar... (OMG... so true)...
Creo que el nivel de empatía del que es capaz el Psíquico es a tal grado elevada que si bien comienza siempre con las dificultades, con la descripción detallada de tus problemas reales, esto resulta muy sorprendente... pero tal vez las cosas cambian un poco cuando esa empatía llega al punto en que comienza a decirte exactamente lo que quieres escuchar...
No sé cómo funcione o si funcione así... Lo cierto es que es muy reconfortante...