miércoles, 21 de noviembre de 2007

esto es la onda!!

martes, 17 de abril de 2007

De sueños y pesadillas

Es extraño cómo funcionan los sueños, la misma semana en que se me cumple un sueño también ocurre una pesadilla. El sueño que se me cumplió: conocer a Miguel Bosé, por muy frívolo y superficial un sueño es un sueño; la pesadilla, ser asaltado por cuatro personas y quedar lastimado de un brazo. No es tan grave y no pasó a mayores.
Cuando un sueño se hace realidad es inevitable cuestionarte cuál es la función de los sueños, los feudianos dirán un montonal de cosas y tendrán razón en algunas. Y podríamos llegar a la conclusión de que conocer a Miguel Bosé fue el cumplimiento de un deseo reprimido (por las circunstancias) finalmente las mismas circunstancias se concatenan de tal manera en que ya no reprimen ese deseo aunque sea por los cinco minutos que duró nuestro encuentro. Es un sueño que no presenta complicaciones mayores. Pero el cumplimiento de la pesadilla es algo bien extraño, porque haya o no haya tenido esa pesadilla, ese es un miedo que todos podemos albergar en alguna parte de nuestro ser, el sueño no sólo tiene la función de "reflejar" ese miedo, sino de prepararnos para cuando esto suceda. Pues en el momento en que ves que la situación es ya inevitable, el recuerdo o el imaginario de esa pesadilla se apodera de tu mente para poder evadirte de la situación real. Esa realidad alterna se abre como una oportunidad de no sentir con todas sus implicaciones el castigo físico del que eres presa, y te otorga un sentimiento de seguridad, pues las cosas que sientes en esa realidad no tienen implicaciones verdaderas.
Tanto una cosa como la otra ocurren de una manera irreal, es decir, ni conocí a Miguel Bosé ni me asaltaron en la realidad, es el imaginario sobre este tipo de circunstancias el que se apodera del momento, no te permite verlo con claridad. Creo ahora que idealizo el rozar de la mejilla de Bosé contra la mía y el espesor de sus labios al besarme, no podría asegurar que así fue. Podría definir el tamaño de sus manos y su blancura, pero nunca estaré seguro de que fueran así en realidad pues son también parte del imaginario que guardo bajo el concepto de "manos perfectas" que sólo sirven para enfatizar la emoción sentida en el momento, es decir, seguiré sin saber cómo son sus manos. Por otra parte, el asalto deja cicatrices, mi mano es torpe al escribir pues hay secuelas de la caída, pero eso es solo un souvenire del momento que creí que no llegaría, de hecho el dolor se siente como ajeno, es natural preguntarse "¿por qué a mí?", y uno no lo hace pensado en que hubiera sido mejor que le sucediera a otra persona, sino "¿por qué me duele a mí y no al imaginario que había hecho de mí, ese al que no le duele en la realidad?". No es un afán de victimización, es sencillamente que lo que ocurrió en tu mente en ese momento no concuerda con las pruebas que la realidad te deja como recuerdo. Sería bueno que el cumplimiento de los sueños te dejaran cicatrices tangibles, y el de las pesadillas dejara un recuerdo vago y confuso...

viernes, 23 de marzo de 2007

Anonimato

En un intento más de retomar mi tesis, me he dado cuenta de que mi preocupación fundamental en la literatura es la de desmitificar al autor en tanto fuente de significado de la obra literaria. Estoy seguro de que muchos antes lo han hecho, la cuestión es que en el Colegio de Letras Clásicas el autor es una institución inapelable (aunque pueden hacer malabares con ella). Todo esto me ha hecho pensar en la idea de anonimia como justificación para abordar el tema y plantear lo siguiente:
En el estudio tradicional de la historia de la literatura, el autor (en tanto creador, causante, inventor y responsable) se ha tomado como una parte fundamental para la comprensión de las obras, pues es considerado como el emisor de un mensaje y por lo tanto como el "significador" del texto, que es, desde esta perspectiva, el vehículo del significado que el escritor quiso darle.
Ante este panorama la anonimia se presenta como un problema metodológico bastante complejo pues no basta con suponer o “reconstruir” un autor a partir de la obra (es evidente que alguien escribió el texto), sino establecer parámetros diferentes desde los cuales medir a la obra literaria más allá de sus implicaciones histórico-sociológicas.
La anonimia implica una estructura ausente que no necesariamente debe ser sustituida por un constructo artificial. El rol de creador debe pasar a segundo término y ser analizado como una función compleja y variable, como una entidad discursiva que caracteriza cierto tipo de textos y que no se sitúa ni en la realidad ni en la ficción, sino en el borde mismo de los textos.
Esto implica una crítica al modelo histórico del estudio de la literatura en tanto fuente de significados establecidos que deben ser explicados por un especialista que especifica qué es lo que “se quiso decir” y una redefinición de la noción de texto.
¿Cómo realizar una crítica al modelo metodológico de la historia de la literatura desde la noción de anonimato? Debo acotar mi tema...

miércoles, 21 de febrero de 2007

Pequeño trayecto

Mi iniciación a las letras fué con Vanidades y Cosmopólitan, después vino la poesía mexicana con apariciones intermitentes de el libro semanal después llegó Hesse, Archie y la pequeña Lulú. Wilde llegó para quedarse, luego Süskind y Dostoievsky. Hasta mucho tiempo después llegó Sófocles que me sedujo y me llevó a nuevos rumbos, después llegó La Poesía.
En este pequeñísimo esbozo de mi trayecto por las letras no hay ninguna congruencia, no debe haberla, la literatura acotece de manera accidental y accidentada. En este sendero los caminos se entrecruzan, se escuchan ecos confusos de Catulo que resuenan en La Sonora Santanera y hay voces de José Alfredo Jiménez en Ovidio. Pessoa está en todas partes.
Ahora regreso al Jardín de Epicuro para regarlo con Prada, visitaré Vogue para encontrarle un bolso a Lucrecio.

domingo, 11 de febrero de 2007

Mi plática con Jesusa Rodríguez para "libido"

En múltiples ocasiones se ha comentado que el teatro político y toda forma de arte que tenga la finalidad de emitir un mensaje social es un arte panfletario; Jesusa comenta:

“Yo creo que le tenemos mucho miedo al panfleto porque no entendemos que el arte siempre tiene un contenido. Ahora se dice que las obras no deben tener contenido porque dejan de ser arte. No hay una conciencia de que siempre hay un contenido, quieras o no.”

¿Cómo se puede sostener una postura política desde el teatro y al mismo tiempo sostener una propuesta estética?

“Nada más es encararlo desde ese ángulo y dejar de pensar si estás haciendo un acto utilitario o no; a mí no me importa eso, lo que me importa es poder decir lo que siento, lo que pienso, lo que me da placer o displacer a través del arte. Si eso es un arte panfletario, pues bienvenido el arte panfletario; lo que me importa es llegar a la gente de distintas maneras. Los caminos del arte son todos, y a mí el arte por el arte no me interesa (y nuca me ha interesado).”

¿Es el teatro aún una lucha social?

“Creo que lo es más que nunca. No el teatro formal, que me parece en muchos sentidos anacrónico; la forma del teatro, es decir la herramienta artística que es el teatro, es más funcional que nunca. Yo llevo más de cinco años desarrollando teatro para mujeres indígenas, con mujeres indígenas, donde ellas representan los mitos en las pirámides y eso es teatro; para mí nunca ha tenido más sentido que ahora que lo estoy aplicando a las causas sociales.”


Una de las causas que ha defendido Jesusa Rodríguez a través de sus espectáculos es la protección de los derechos de la comunidad lésbico-gay; le preguntamos su opinión sobre la aprobación de la Ley de Sociedades de Convivencia:

“Yo no creo que una ley cambie nada por el hecho de decretarse, porque ya la sociedad ha cambiado sus costumbres muchísimo antes que una ley se promulgue. Generalmente las leyes se quedan cortas frente a lo que la sociedad ya ha ido evolucionando. Las costumbres de los mexicanos ya no corresponden siquiera a lo planteado en la Ley de Sociedades de Convivencia. ¿Cómo podría una ley cambiar nada, sino la percepción de que la sociedad ha cambiado desde mucho antes? Sí te puede dar la idea de que el pensamiento ha cambiado, pero en la ciudad de México (porque además no estás hablando de una ley nacional ni que permita el matrimonio entre homosexuales). Es un pasito que te habla de la expresión de muchas personas; y para que se diera ese pasito ya miles habían sufrido mucho dolor por la cerrazón de las políticas. Te habla también de que habrá menos sufrimiento de esos miles y que habrá un poco más de apertura de aquellos millones, porque la sociedad mexicana es todavía muy conservadora. Entonces sí indica un cambio, pero no produce un cambio. Éste ya se produjo hace años, y sobre todo se nota en los jóvenes, quienes difícilmente tienen prejuicios hacia la homosexualidad. Ya no tienen integrado el rechazo como lo tenían seriamente los muchachos de hace 50 años. Ya no es un estigma pavoroso. Aún cuando la derecha pretenda establecer políticas de retroceso, no lo pueden hacer, porque ya está en la educación.
”Ahora ser un discriminador es estar disminuido en lugar de estar por delante de los demás; eso está permeando en la sociedad y ya no lo puede evitar nadie. Lo que es muy importante es caminar más rápido en las leyes, porque en la medida en que las leyes protegen se refleja más el cambio social, se plasma con más facilidad el cambio, y la gente se vuelve –como lo dijo Zapatero en su momento—más decente. Se adecenta porque se humaniza y comienza a comprender que el respeto a la diversidad engrandece, y lo que disminuye es justamente la intolerancia.”

sábado, 10 de febrero de 2007

Yo mismo por mí mismo

Evidentemente este espacio es sólo para regodearme en mi ego. Es lindo.