martes, 18 de octubre de 2011

In Treatmen II (Sesión 2)

Después de la intensidad de la sesión anterior, me sentía completamente confundido. ¿Cuál es el punto? Es decir ¿Para qué sirve esa anagnórisis? Está bien, ya fui a mi pasado, tomé una fotografía de 25 megapixeles, imprimí un espectacular y veo claramente ese punto de mi pasado que me atormenta, lo reconozco. ¿Ahora qué?
Me gustaría pensar que si se le hubiera ofrecido la oportunidad a  Edipo de tomar terapia al descubrir que su madre es su esposa y sus hijas sus hermanas, no se hubiera sacado los ojos y no hubiera terminado mendigando por las calles: en lugar de ello hubiera lidiado con esa situación, confrontado a Yocasta y hubiera logrado solucionar tal dilema familar gracias a esa anagnórisis bien tratada en terapia.
¿Qué sentido tiene recuperar esas memorias y reconocerlas?
Discutí con A sobre estas cuestiones. Y sus respuestas no me resultaron convincentes. Le pregunté que hacia dónde nos estábamos dirigiendo. Cuando me dice que estoy haciendo un "avance" ?hacia dónde estamos avanzando? ¿Cuál es el modelo que estamos persiguiendo?
Después de muchos cuestionamientos sobre su método y muchas formas en que trató de explicarme. Y se supone que el ideal es la persona misma de Fritz Pearl, que es una especie de Hippie. El inventor de la terapia Gestalt. Una de las "tareas" que me dejó A fue ver sus videos, aquí está uno donde explica su método:


Esto creo que es más exresivo. Tiene más o menos ese sentido la terapia. Conducir al paciente a la frustración, para que a partir de ahí revele cosas de su subconciente... La siguiente sesión transcurrió más o menos igual. Hablamos del método y del sentido que tenía la anagnórisis. No recuerdo muy bien a qué llegamos, lo cual significa que no fue algo que me convenciera...

In Treatment II (Sesión 1)

Creo que caímos en un círculo vicioso durante algunas de las anteriores sesiones, entre mi cuestionamiento del método de A y la necesidad de que él confirmara mis teorías. En esta sesión llegué de entrada completamente derrotado.
Llegué y le dije que no sabía absolutamente nada, no tenía ninguna teoría sobre mí mismo.
En una de las sesiones anteriores A me preguntó en un momento que me parecía completamente fuera de contexto: ¿Tú te amas? Yo me sorprendí enormemente, y lo único que pude contestar fue: ¿Y eso qué tiene que ver?
Esa pregunta me ha estado dando vueltas, y por más que le doy vueltas confirma una y otra vez la idea del narcisismo. La única manera en la que encuentro valor en mí mismo es a través de los ojos de los otros.
--Ahora ni siquiera estoy tratando de ser un personaje interesantísimo frente a tí para luego convertirme en el protagonista de tu tesis de doctorado.--
--¿Has tenido esa fantasía?--
--Claro, todo el tiempo. Pero ahora no es así.--
De alguna manera comenzamos a hablar de mi madre, y de mi relación con ella. Esta ha sido la primera vez que lloro abiertamente en una sesión.
Repasé la historia de mí con mi madre. No me gustaría entrar en muchos detalles al respecto en este blog, porque finalmente ella es la dueña de su historia, pero la parte que me atañe se refiere a su alcoholismo. Cuando ella estaba alcoholizada me contaba una y otra vez la terrible historia que vivió con mi padre. Puesto que yo en realidad nunca he tenido una relación con mi padre no me hacía ni odiarlo más, porque no lo odiaba, ni me hacía quererlo menos, porque no lo quería. Cuando ella repasaba cada uno de los episodios en que mi padre la había hecho sufrir ella lloraba. Había días en los que me contaba un episodio completo, había veces en que saltaba de un episodio a otro. Yo llegué a sentir que estaba viendo una serie repetida infinitas veces en la televisión, incluso era capaz de reproducir los diálogos que seguían en la historia, y la misma entonación.
Esas historias fueron repetidas a tal grado que perdieron completamente sentido para mí, y dejé de creer en ellas. También dejé de creer en las lágrimas de mi madre.
Entonces ocurrió la revelación: Mi incapacidad para relacionarme con mi madre sucede porque no creo en lo que me dice. No le creo cuando me dice que entiende lo que le digo, entonces yo sigo pensando que ella no me entiende. No hay comunicación porque no hay fe.
En este momento no tengo ni idea de qué es lo que ocurre en su cabeza, pero ella me parece siempre lejana e inaccesible. Las maneras que tiene de definirse a sí mismas no me parecen correctas, y eso es porque no le creo.
El descubrir esta actitud inconsciente mía me fue muy revelador y probablemente me lleve a redefinir mi relación con ella. Pero lo que me hizo llorar fue un reclamo que tenía yo hacia ella, el hecho de que ella siempre era el centro de atención. Nunca importaron mis logros escolares, nunca importaban las cosas que pasaban por mi cabeza, ni lo que yo pensaba o creía. Todo era sobre ella. Su adicción, sus dolores, sus rencores, sus padeceres. Y eso es lo que ha definido nuestra relación hasta ahora, yo soy un sujeto completamente pasivo sobre el que ella arroja todas sus quejas. No digo que no haya amor de por medio, amor nunca me ha faltado. Lo que no había era atención y eso es justamente lo que me ha llevado a buscar la atención y el reconocimiento por todos los medios.
Al ser la primera vez que solté el llanto en la sesión, tras unos intentos extraños de A por hacerme hablar con una silla, (juego que no fui capaz de seguir porque me pareció de lo más absurdo), muy gentilmente A me agradeció la confianza. Y yo le agradecí su conducción en ese proceso.
Salí con un hueco en el estómago. 



martes, 27 de septiembre de 2011

In Treatment Segunda Temporada.


Tengo una gran deuda con mis supuestos lectores porque no he escrito aquí en un buen tiempo. Ya ni siquiera estoy seguro de cuál es la sesión en que debería poner de haber respetado la continuidad, tampoco me he hecho más autorretratos en este tiempo, y siempre son un buen pretexto para realizar este ejercicio pre y post terapia.

Contaré grosso modo lo ocurrido desde el último post.

a) Después de conocer a B resultó que lo gratuito de su propuesta no era tan gratuito, le molestaba terriblemente que fumara, por alguna especie de enfermedad crónica que le hacía intolerable el humo del cigarro. Traté de buscar la justificación precisa para dejar de fumar por mí mismo y no por él. A final de cuentas reduje la cantidad de cigarros pero no lo dejé. También terminé con B. Pero el cigarro no fue la causa, sino que él iba a estar viajando durante mucho tiempo, y, al parecer, volvería a verlo hasta febrero por dos días... Entonces consideré que era mejor terminar e intentarlo después cuando las circunstancias nos fueran más propicias. Por lo tanto volví a fumar de manera regular. Finalmente si la promesa de una relación exitosa no estaba al final del camino, no valía la pena seguir torturándome con esa abstinencia (ni con ninguna otra).

A partir de ahí la terapia se convirtió en algo más intimista. Y en realidad esa fue otra de las razones por las que no había escrito aquí. Porque llegamos a tratar temas que me son muy complicados de asumir, pero puesto que este blog fue planteado desde un principio como un ejercicio de honestidad pública, pues intentaré proseguir (hasta el punto en que mis reticencias más inconscientes me lo permitan).

b) Ciertamente me deprimió un poco la ruptura con B., pero no fue muy grave, fue una desilusión que ya había anticipado, incluso antes de comenzar. Después de eso comenzó a brillar fuertemente el panorama con un trabajo que hasta el día de hoy no se ha concretado, no por irresponsabilidad mía, sino por falta de seriedad de las personas que me contrataron. Me esperancé a esa entrada económica y me comprometí a muchas otras cosas con las que fallé.

Como es usual en esas circunstancias (que no son poco comunes) me cuestioné sobre la utilidad de lo que hago, y entré en un ciclo en el que no podía tomar casi ninguna decisión. Incluso me era muy difícil levantarme y ponerme en acción.

Sé que cuando una cosa así ocurre siempre ocurre un milagro, como un Deus ex machina que viene a salvarme. Y si creo eso es porque la experiencia me respalda.
Entonces me cuestioné esa estructura en terapia ¿por qué no tomo la responsabilidad sobre esas necesidades que me aquejan? ¿Por qué siempre esperar una solución mágica?
De alguna manera tengo una gran reticencia a sentirme necesitado, y más que sentirme necesitado a proyectarme como necesitado. En ese momento decidí nuevamente no tomar ninguna acción y seguir esperando una solución mágica. Aunque A me ofreció explorar otras opciones, decidí no hacerlo, porque mientras más se prolongara esta situación y mientras más me mantuviera en esa postura, la solución mágica continuaría con su denominación de magia.

c) Es un problema de autoimagen. Me gusta mantener el estatus de independiente y autosuficiente. El personaje que me he esforzado en construir durante toda mi vida funciona bajo ciertas normas y paradigmas. Es una especie de Charlie Brown al que no se le puede plantear dentro de su estructura narrativa una cosa como golpear a su perro o ser excesivamente vanidoso. Es algo que está fuera de su construcción como personaje. Mi personaje es autosuficiente y todopoderoso, y por ello mismo es merecedor de todas las providencias que llegan. Lo único que necesita hacer es lanzar anzuelos en varias partes para que el milagro caiga. Hasta ahí llega su capacidad de acción.

Entonces me pregunté cuáles son los casos en los que efectivamente he actuado. Y es algo que ocurre frecuentemente y donde tomo acciones hasta sus últimas consecuencias: Cuando hago un berrinche.

Entendamos por berrinche el encontrar una resolución absoluta, definitiva e incuestionable sobre algún aspecto de mi vida. El berrinche llega en momentos de crisis extrema. Por ejemplo cuando decidí abandonar la primer revista donde trabajé, cuando decidí salir de Durango, cuando decidí que si me inculparon de robo en un trabajo era mejor que me encarcelaran (cosa que nunca ocurrió, pero yo estaba decidido a asumir esa decisión con todas sus consecuencias), cuando decidí no seguir haciendo teatro, cuando decidí cortar definitivamente toda relación con JR. Cuando decidí lanzar mi propio proyecto editorial porque había sido víctima de un mitómano.
Entonces, mirando esas y otras decisiones vitales, todas ellas se debían a un berrinche. Era como si nunca hubiera tomado una decisión realmente meditada, pensada y mesurada, con la mente clara. Todas las decisiones importantes que me han marcado se deben a ese principio irracional (que después encuentra sus respectivas justificaciones). En esta temporada, no sabía bien si deseaba tener un berrinche respecto a mi vida, para finalmente decidir algo. Pero finalmente desistí, porque no creo estar en la posición de tomar decisiones vitales ahora.

d) Escuché de P la teoría de que tanto ella como yo somos narcisistas, entonces mi cabeza comenzó a elucubrar muchas cosas. Siendo narcisistas se supone que de alguna manera estamos o de satisfacer las exigencias de padres demandantes, o bien, tratando de llamar la atención de padres indiferentes. Entonces parece que no podemos amarnos a nosotros mismos sino a través de espejos, que son los otros. Es decir, en la medida en que somos valorados por el otro es como nos otrogamos el valor. Esto tiene sentido para mí. En primer lugar porque, como ya he comentado, mi madre estaba demasiado metida en sí misma y los problemas de manutención que la atención, el reconocimiento y las estrellitas en la frente las recibía de la escuela y los maestros. También establezco parámetros muy altos en los que debo de encajar, y cuando no lo logro eso me genera frustración, y me genera una incomodidad terrible el hecho de que se me confronte o se cuestionen mis habilidades. En terapia traté este punto. Y A no está de acuerdo con la teoría del narcisismo, si bien, dice que tengo rasgos narcisistas no soy un narcisista clínico en todo el sentido de la palabra, pero mientras más leo al respecto más me identifico con el perfil. Lo que me parece preocupante, es que en los escritos teóricos que he encontrado al respecto, hablan de maneras de lidiar con los narcisistas, de tolerarlos y de evitarlos. Pero no viene ninguna clase de "tratamiento" en el que se ofrezcan opciones a los narcisistas para satisfacer sus necesidades o al menos encontrarles algún placebo. Es decir, al parecer, la ciencia psicológica sólo considera que los narcisistas necesita(mos) estar en terapia para ser el centro de atención de nuestro terapeuta y lloriquear por nosotros mismos... Simplista la dicha ciencia, como en muchos otros casos...


viernes, 29 de julio de 2011

In Treatment (Sesión 18)


La sesión de esta semana estuvo marcada por la llegada de B a mi vida, así que le dije a A que no había tenido mucha oportunidad de pensar en lo que habíamos tratado en las sesiones anteriores aunque de alguna manera se relacionan las cosas. Me limité a decirle al respecto que creía que la idea de "el niño interior" me parecía un poco clichada, pero que estaba dispuesto a trabajarlo y en realidad traté de llegar a ello en esta sesión, pero la conversación se centró en B.

Conocí a B por internet hace algún tiempo, para el momento de conocernos en persona ya habíamos hablado bastante y habíamos establecido ciertas reglas. De alguna manera ambos habíamos expresado ya la necesidad de establecer una relación y pensar un poco más las cosas.
Finalmente nos conocimos, y platicamos. Como ocurre en este tipo de situaciones, la plática giró en torno a lo que hacíamos de nuestras vidas. Aunque ya habíamos hablado en línea sobre esos asuntos. Luego llegamos al tema de las relaciones. Entonces hablamos de nuestras necesidades.

Él aseguraba que las relaciones heterosexuales eran mucho más sencillas pues estaban fundadas en el fin biológico, y que las relaciones homosexuales resultaban, en cierto sentido, antinaturales, por ello es que era tan complicado establecer relaciones a largo plazo.

Entonces de alguna manera tuve una iluminación: Si las relaciones homosexuales no están basadas en un fin biológico, deben estar fundadas entonces en un fin ulterior. Es decir, aunque, como todas las relaciones, estén basadas en una serie de coincidencias, tiene que tener un fundamento racional y no biológico. Entonces si en los sitios de ligue de Internet la gente sólo pone listas de cosas que quiere y cosas que no quiere esperando que llegue la persona correcta y que las cosas sucedan mágicamente, que las cosas "se den". Y, aunque parece que las cosas suceden así, en realidad no pasa. Lo que se establece cuando las cosas "se dan" es que existe una disposición de ambas partes por establecer un vínculo.

Al plantearle esta teoría a B, él estaba completamente entusiasmado. Le dije que para que esto funcionara primero tenía que establecerse un vínculo y un compromiso antes de descartar a la persona y tratar por un tiempo antes de saltar al siguiente catre, y como todo compromiso se tenían que establecer reglas. Después discutimos los riesgos de que la relación terminara como una sencilla amistad si las cosas no funcionaban sexualmente, pues a final de cuentas la sexualidad es lo que implicaría la denominación de "pareja" al vínculo.

Ambos estábamos muy entusiasmados. Me temo que el entusiasmo se debía mucho más al hecho de plantear una relación en estos términos que por entablar una relación el uno con el otro, pero aún así, nos dejamos llevar por esa idea. Y establecimos un compromiso, verbal en un principio y sexual un poco después.

En realidad lo que a mí me parecía más excitante de todo el asunto era el hecho de establecer un compromiso, es algo a lo que le he huido durante mucho tiempo, después de haber vivido ya casi 2 años en el mismo lugar y haber desempacado mis cosas hace apenas un par de meses es muestra de ello. Siempre me ha gustado la sensación de que puedo irme en cualquier momento.

Al terminar de hacer la prueba le dije a B que tenía dos sensaciones encontradas, una que me invitaba a salir corriendo en ese momento y un gran deseo de quedarme para ver qué sucedía. Me dijo que sentía exactamente lo mismo. Y nos quedamos.

Gran parte de lo que me gusta de estar con él es que comparte mis miedos sobre el compromiso y nos estamos aventurando juntos a asumir uno. Es extraño, cómo es que algo que se supone que debería ser tan deseable nos resulta tan extravagante y osado. Es decir, no había asumido un compromiso de esa manera.

-- ¿Cómo habían sido tus relaciones anteriores?--

-- Bueno, si recuerdas, mi principal reclamo contra JR era el no haber establecido un compromiso conmigo. Y bueno, esa historia ya te la sabes...--

Entonces comencé a contarle sobre otras dos relaciones disfuncionales que tuve, una con U y otra con SH. Ambas tienen en común que fue muy difícil comenzarlas, porque había muchas reticencias por parte de ambos, los dos habían tenido muy poca o nula experiencia relacionándose con personas de su mismo sexo. Tuve que lidiar con muchos miedos e inseguridades. La primera fue durante la universidad, él era un chico retraído con quien desarrollé una relación muy destructiva. Él tenía mucho conflicto con el rol social que implicaba el tener un amante varón. Pero yo le decía que no tenía que asumir ningún rol social, sólo tenía que quererme a mí. Entonces eso se convirtió en una cosa enfermiza, con celos y control por ambas partes, incluso yo bromeaba enumerándole los síntomas que teníamos de ser una pareja destructiva. Yo insistía en que era un juego, porque en realidad yo disfrutaba bastante el hacerlo enojar, enojarme e incluso llegar a los golpes, me resultaba sumamente excitante la violencia y el drama que yo tejía a mi alrededor. Yo era muy morboso con ello. Hasta que me di cuenta de que mientras yo disfrutaba eso, a él le hacía mucho daño y decidí terminar la relación. --

--¿Con el otro chico también llegaste a los golpes?--

-- Sí, alguna vez, pero entonces fue cuando aprendí a sublimar ese placer por otros medios, como juegos de sadomasoquismo y el bondage.--

--¿Qué te gusta del Bondage?--

-- Pues que es un juego de control, a mi me gusta más que me amarren que amarrar, pero pues primero tengo que enseñar a amarrar para que me amarren... La cuestión en el bondage es que tienes que confiar en el otro para cederle el control sobre tus movimientos, y el otro toma responsabilidad sobre ti mediante el sometimiento y la violencia moderada. Y todo es un juego controlado y que tiene su lugar y su momento.--

-- Quiero remarcar aquí, que ahí tú asumiste la responsabilidad del placer que te provocaba la violencia y la transformaste en algo creativo como el Bondage. Como un juego entre adultos.--

--Pues sí, así lo hice...--

--¿Qué diferencia sientes entre esta relación nueva y las anteriores?-- Preguntó A

-- Pues esta me inspira mucho más porque está fundamentada en una base racional, y además, en todas estas relaciones, con JR, con U, con SH, al no estar ellos seguros de qué es lo que querían, yo siempre tenía que esforzarme mucho para hacerme suficiente para ellos para que se comprometieran conmigo, ahora no, B me está dando el compromiso gratuitamente. Es decir, eso ya es un paso muy importante. Siento que incluso si las cosas no funcionan entre nosotros ya tengo un nuevo método para entablar una relación, cosa que antes me parecía, al pronto, imposible. Además de que B es mi fantasía paterna completa.-- Contesté (Aquí también hablamos sobre comparaciones sexuales entre los 4, y algunas acotaciones que A me hizo para mi vida sexual con B, que omitiré, no por pudor, sino por continuidad)

--¿Cómo es eso?--

--Pues es un hombre mayor, que admiro, del cual me interesa su aprobación, que me puede poner estrellitas en la frente. De hecho, lo que me preocupa también de trabajar al niño interior es la posibilidad de que finalmente descubra cuál es mi necesidad real y que él ya no sea el mágico satisfactor de mis freudianos complejos eléctricos (de Elecra) de aprobación y autoridad paterna que me satisfaga sexualmente... --

-- De eso no te preocupes, si a ti te gusta él te seguirá gustando, además, ya habíamos dicho que trabajaríamos eso sólo si tú quieres.--

--Pues sí, si quiero.---

--¿Cómo te sientes?--

-- Bien, me siento emocionado.--

-- No te escucho muy convencido.--

-- Lo que pasa es que no me quiero ilusionar mucho, porque en realidad B es, en gran parte, el cumplimiento de todas mis fantasías: es mayor, grande, peludo, culto, educado, políglota, paternal... creo que si las cosas no funcionan me puedo deprimir realmente mucho... --

--Te entiendo--

-- Sí, por lo pronto me emociona muchísimo, aunque no lo exteriorice. Finalmente si temo la desilusión es porque ya estoy ilusionado. Siento como si fuera a hacer un viaje larguísimo y que ya tengo la aprobación del proyecto y las estrellitas en la frente...--


lunes, 25 de julio de 2011

In Treatment (Sesión 17)


Tras haberle avisado a A que llegaría unos 20 minutos de retraso, llegué 40 minutos tarde diciéndole que podíamos terminar la sesión en el momento en el que él quisiera.

--¿Cómo estás?--

-- Pues corriendo, y en medio de mi crisis obligada de cuando me quedo sin dinero o sin trabajo o sin nada fijo, ya siento casi como una obligación el entrar en esta crisis siempre que me quedo sin dinero, comienzo a preguntarme las mismas cosas y a decir que debo ponerles un límite a estas situaciones, pero en realidad es más porque siento culpa por no hacer nada al respecto, pero sigo sin tomar decisiones determinantes al respecto.--

Entonces decidí darle vuelta a la página y retomar lo de la sesión anterior, porque había estado pensando mucho en mi relación con mi madre y no encontraba la manera de plantearlo, porque incluso para escribir el post anterior tuve muchos conflictos porque no quería poner en evidencia a mi madre con su problema de alcoholismo. Pero una vez empezado el camino y al haber instituido este blog y las fotografías como un medio más para la terapia me parece hipócrita no continuar por el mismo camino, aunque seguiré tratando de no poner a los terceros en evidencia.

--Estuve analizando lo que me dijiste y cuáles son las reacciones que tengo con mi madre, y no sé si tengo un reclamo en particular hacia ella, la cuestión es que sí ocurre algo extraño. Aunque ahora yo pretendo ser autosuficiente, ella trata de llenar muchas de las cosas que no tuvimos en la infancia. Siento que es una suerte de compensación porque ella muchas veces hace evidente el hecho de que se sacrifica por nosotros, por mi, sobre todo. Evidentemente yo prefiero siempre valerme por mi mismo y no depender de nadie, pero cuando ella ofrece alguna solución, por lo general es a costa de un sacrificio suyo, y yo ahí tengo dos caminos: 1) no aceptar su sacrificio para verme autosuficiente ante ella, y 2) aceptarlo sin ningún remordimiento porque de alguna manera ella se siente bien por sacrificarse y compensar la infancia tan complicada que tuvimos. Es como si estuviera pagando una deuda, yo así lo interpreto, pero no es una deuda muy grande, es como cuando alguien te hace un favor y después no tienes pudor para pedirle uno a cambio. Finalmente creo que su sacrificio la hace sentir bien, porque es un medio de liberarse de culpas--

Le conté a A cómo transcurrió mi infancia, que es como sucede en la de muchos en este país, con un padre ausente, una madre resentida que tenía que salir a trabajar para mantenernos y que saca fuerzas de donde puede, y que tuvo la mala fortuna de convertirse en alcohólica. Esto a mí y a mis hermanos nos puso en una situación muy complicada, porque por una parte, no teníamos padre (que cuando estuvo tampoco servía de mucho), pero mi madre tenía que trabajar todo el día y nosotros tuvimos que hacernos autosuficientes desde muy pequeños.

Recuerdo constantemente una escena en la que mis hermanos y yo estábamos sentados en la mesa comiendo solos, y que discutíamos en qué mano iba el tenedor y el cuchillo. Esa escena para mí es como el símbolo de cómo nos hicimos autosuficientes, cada uno llevaba información que había visto o aprendido en la casa de algún amigo y la compartía con sus hermanos para educarnos entre todos. Tuvimos que ser autodidactas.

En ese entonces mi concepción de mi casa era un lugar absolutamente vacío, yo pasaba las mañanas solo, viendo la televisión, limpiando la casa, leyendo, o haciendo cualquier otra cosa, (yo iba a la escuela por la tarde) mientras no tuve la edad suficiente para salirme todo el tiempo como lo hacían mis hermanos. Las noches, cuando mi mamá llegaba eran más o menos lo mismo, porque llegaba tan cansada que sólo se dedicaba a dormir después de contarme su historia por enésima vez.

Para mí el mundo brillante y feliz era la escuela, y ahí es donde yo me esforzaba mucho y lograba siempre mis objetivos. Ser el mejor de la clase, ser el consentido del maestro, ganar concursos de declamación, ser presidente de la sociedad de alumnos, (cuando en clase estaban viendo la multiplicación, yo ya estaba estudiando la raíz cuadrada por mi cuenta). En realidad lo que más disfrutaba de la escuela era ese nivel de reconocimiento, que los maestros me quisieran, que me pusieran estrellitas en la frente. En cambio, en casa, todos esos logros eran vacuos e insignificantes al grado que llegué al punto de no compartirlos más y preferir el mundo de la escuela al mundo de mi casa.

Entonces comencé a estructurar una analogía entre mi relación escuela-casa, con la que hago actualmente con DF-Durango. Es decir, para mí ahora el DF es el lugar donde debo probar todo lo que valgo y hacer mi carrera de una manera exitosa y brillante, pero Durango lo veo como un lugar vacío, estéril, donde no puede hacerse nada, donde por muchos logros que yo tenga por acá, a nadie le interesan y que son vistos con total indiferencia a causa de una mediocridad inherente al estar en Durango. Tal como sucedía en mi casa respecto a mis logros escolares.

Es evidente que mi frustración actual se debe a que no tengo aquí quién me ponga estrellitas en la frente por todas las cosas que hago, no recibo alguna manera análoga de reconocimiento (que ahora debería reflejarse en retribución económica)...

El punto de todo esto, respecto a mi infancia, es que sí siento que no tuve una infancia como se supone que debería ser: inconciente y feliz. Creo que llegó un punto en el que tuve que tomar la decisión entre seguir siendo un niño inconciente y feliz o ser un niño consciente y responsable; y opté por la segunda opción. De hecho no recuerdo alguna vez que haya hecho yo algún berrinche infantil, o haber jugado sin ninguna preocupación, prefería no salir, leer, ver televisión. Era un niño muy tranquilo y muy consciente.

Pero lo que sí recuerdo con mucha claridad es que desde pequeño tenía yo la certeza de que no debía estar en la situación en la que me encontraba, y que tenía que hacer todo lo posible para no estar ahí. En mi escuela había 2 clases de niños, los que venían del Fraccionamiento Guadalupe (que era un fraccionamiento normal de clase media-baja, con casas del infonavit perfectamente pavimentado y con parques lindos y todos los servicios) y los que venían de la Colonia Zapata (Una colonia fea, sin pavimentar, sucia y donde se decía que robaban y la gente era más pobre). Recuerdo que yo veía a los niños de la Zapata y sentía una gran repulsión, eran sucios y apestosos, yo creía que ellos no iban a hacer nada de sus vidas, y yo hacía todo lo posible por diferenciarme de ellos, por eso me esforzaba el triple para agradar a los maestros, por estar siempre limpio y perfumado, por llevar los zapatos limpios, como muestra de que yo venía del fraccionamiento pavimentado...

Después de escuchar estas historias, A me dijo que el tiempo se habia terminado, pero que teníamos que trabajar a "mi niño interior", así de ñoño y clichado como se escucha. Me dijo que tiene ciertas técnicas para trabajarlo y que lo haríamos, pero que no era un proceso fácil.
Para este momento, después de haber recordado esas cosas de mi infancia me encontraba en un estado bastante extraño, entre triste y desesperado.

--¿Qué te parece?-- Pregunta A.

-- Pues está bien, pero no puedo evitar sentir como si me estuvieras dando una mala noticia.--

-- Si no quieres hacerlo no tenemos que hacerlo, como siempre te digo, yo respeto tus tiempos y podemos hacerlo cuando estés listo. Yo te entiendo si no quieres llegar a esto todavía. --

-- Sí, hagámoslo. Si consideras que es el siguiente paso vamos a darlo. Pero eso no me quita sensación de que me estás dando una mala noticia. --

-- Es tu decisión.--

-- Sí, la verdad estuve releyendo mi blog, y viendo todas las reticencias con las que hemos tenido que lidiar para llegar a este punto, entonces si ya estamos haciendo esto, pues vamos a hacerlo como debe ser, aunque no sea cómodo para mí... --

lunes, 18 de julio de 2011

In Treatment (Sesión 16)


-- Asumamos que existen ciertas cosas (emociones y sentimientos) que evito.-- Fueron mis primeras palabras después de la última sesión donde A me explicó el funcionamiento de su método. Creo que el saber cómo es que pretende proceder me da mayor seguridad y confianza. Es como cuando un alcohólico decide entrar al programa de Alcohólicos Anónimos, sabe que existe un sistema de 12 pasos que debe cumplir, aunque no esté de acuerdo o no crea poder con todos los bemoles, sabe cuáles son los pasos a seguir y al asumir que va a entrar a ese sistema, a qué cosas se tendrá que enfrentar con mayor disposición y seguridad.

--Ahora bien, el evitar ciertas emociones y sentimientos no significa que estén reprimidos o en una parte inconsciente que no me permite externalizarlos, de hecho creo que soy bastante consciente de ellos, la cuestión es que no me permito expresarlos ni sé de qué manera darles un buen encausamiento. Incluso con mis amigos más cercanos, amigas, en este caso P y S, hay ciertas cosas que no puedo mostrar y no lo hago por una cuestión de respeto. Creo que mi relación con P y S está basada fundamentalmente en el respeto que sentimos recíprocamente. En las relaciones de amistad debe existir ese principio básico en el que ambas partes tienen acuerdos tácitos o explícitos. Cuando hablo con ellas tenemos entendido de que vamos a analizar racionalmente cuál es la situación. El objetivo de esto es explicarla para entenderla, su salida no es precisamente el arranque emocional.-- Continué.--

--¿Crees que el respeto se vería mermado si expresas esos sentimientos y emociones con verdaderos arranques emocionales?-- Preguntó A.

-- Pues no es que queden las cosas queden precisamente inexpresadas, más bien les encontramos otro tipo de curso a estas cosas para que fluyan de alguna manera. Es decir, a mí me es mucho más sencillo ironizar sobre mi situación, y ser cruel con la situación de ellas de manera irónica, porque es una manera de confrontar la situación, que, aunque no sepa qué hacer con eso exactamente, se le está enfrentando. Es como decir: sí, esto sucede, lo asumo, me burlo o me río a falta de una mejor salida. Pero no es que las cosas quedan inexpresadas, de hecho quedan expuestas, tal como lo hago aquí contigo.--

--Eso quiere decir que también aquí evitas expresar ciertos sentimientos y emociones?-- Dice A.

-- No, aquí es un poco diferente, porque es como ir al doctor, puede que haya situaciones incómodas en las que haya "partes" que se tienen que mostrar para que el especialista observe exactamente cuál es el problema. En ese sentido aquí yo te muestro mis partes para que tú las revises y me diagnostiques y me des una opinión profesional. Es una situación incómoda, pero finalmente es necesaria y por eso es que vengo, pero también evito los arranques emocionales.--

-- ¿Y no crees que si tú te expresas o te dejas llevar por esos arranques, tus amigos no te perderán el respeto sino que reforzarías el vínculo que hay entre ustedes?--

-- Eso lo sé, me queda clarísimo, lo sé. Pero no evito arranques emocionales porque yo sienta que les falto el respeto a ellos, sino porque al hacerlo siento que me falto el respeto a mí mismo. --

-- ¿Y por qué relacionas la falta de respeto con los arranques emocionales?--

-- Porque yo no respeto a quienes se compadecen todo el tiempo, a quienes te muestran siempre su parte débil y melodramática. Siento un desprecio absoluto por la autocompasión. No me gusta jugar el papel de la víctima, siento que soy libre de sentir lo que quiera sentir, pero no me gusta ponerme a lloriquear o a compadecerme de mi situación todo el tiempo. Y eso es algo que creo que mis amigos entienden y respetan. Es decir, yo no respeto ese tipo de arranques, porque me parecen demasiado autocomplacientes, egoistas y que le faltan el respeto a la persona que se tiene enfrente y a sí misma.--

--¿Puedes darme un ejemplo de alguna situación concreta?--

-- Mi madre--

-- ¿Qué hay con ella?--

Entonces comencé a contarle la historia terrible de mi madre y las formas en que ella me contaba una y otra vez su historia, cómo es que lloraba con la más mínima provocación y tenía esta capacidad de convertir todo en un gran drama durante mi infancia. Le expliqué que ella padecía de alcoholismo, y que en aquellos años yo le perdí completamente el respeto. Pero que lo había recuperado desde que se rehabilitó y cambió totalmente la percepción que yo tenía sobre ella, ganó nuevamente mi respeto. Aunque siempre respeté la gran capacidad y la fuerza que tenía para estar siempre al pendiente de todo, cumplir con su trabajo para que no nos faltara nada.

La cuestión es que para mí las explosiones emocionales siempre han sido una suerte de debilidad de carácter que estropean todos los otros aspectos de la vida porque también debilitan y hacen que las personas no tomen las decisiones adecuadas. Hace a las personas débiles.

Le conté muchos detalles sobre cómo era mi relación con mi madre y la situación que ella vivía en esos momentos, y muchas de ellas no podía yo sino verlas con desprecio y coraje, porque la consideraba un ser demasiado frágil y confundido.

-- Parece que estas cosas te enojan.--

--Pues sí, es por eso que me parece que yo no me permito hacer lo mismo, porque siento que me falto al respeto de muchas maneras, yo no puedo sentir respeto por las personas débiles. Y veo el cambio muy claramente con mi madre, ahora que ella ha tomado las riendas de su vida me parece una persona sumamente respetable.--

-- ¿Estas cosas se las has dicho a ella?--

-- Sí, como parte de su programa de rehabilitación ella tenía que confrontar a todo el mundo, pedir disculpas y perdonarse a sí misma. Y cuando ella me preguntó si yo le tenía algún rencor le dije que no, que yo sabía que ella no estaba bien entonces y que no tenía resentimientos por esa estapa.--

Mi terapeuta cree que tengo algunos asuntos todavía que finiquitar con mi madre, yo creo que ella ya ha pasado por suficientes cosas y que ahora sería muy inútil confrontarla con cosas que ella se ha esforzado mucho por superar, no creo que sea necesario...


jueves, 7 de julio de 2011

In Treatment (Sesión 15)


La última sesión no fue reseñada debidamente, sólo coloqué la imagen, pues la sesión giró en torno a una reflexión sobre el cuerpo. ¿Cuál es la función del cuerpo dentro del discurso Francisco? Esa era mi pregunta. Y llegamos a la conclusión de que efectivamente explico demasiado las cosas, la explicación era algo que impedía que le diera el orden adecuado a las cosas que experimentaba. Toda la crisis que se había causado antes era por mi convicción ideológica de que las palabras anteceden a todo acontecimiento. Si mis manos pueden percibir la redondez de la tapa del vaso del starbucks que tengo en las manos no es porque lo que mis manos le comuniquen a mi cabeza que percibe ciertas características que nombramos como redondo, sino que es el concepto de redondo el que le dice a mis manos y a mis ojos cómo es que se debe representar en mi experiencia esa tapa de café, eso lo creo. Pero aún suponiendo que eso no fuera cierto sino que el proceso sea el inverso, es necesario que si los sentidos no se equivocan de algún modo nombren la experiencia de lo redondo para otorgarle sentido y quede ordenado dentro del contexto.

Digamos que es probable que existan experiencias que advienen al cuerpo y que el cuerpo no es sólo información de más dentro del sistema Francisco, tiene un papel más importante. En la sesión anterior llegamos a la conclusión de que no hay que renunciar a las creencias que tengo sobre el sistema que me hace funcional, sino que hay que añadirle un "plug-in" que se llama cuerpo que me provee de información que hay que procesar por algún mecanismo que no sea la explicación. Y durante esta sesión es que tratamos la manera de hacer funcional a ese aditamento.

Sí, tal como lo habíamos acordado, hice la labor superficial de "escuchar al cuerpo" ver cuáles eran sus necesidades, hacerme consciente de él, de qué partes me dolían, si debía o no cambiar de posición, etc, etc, etc.Ahora me preguntaba sobre la funcionalidad de dicha actividad.

Le expliqué a A lo contradictorio que resultaba para mi el procesar las cosas con alguna otra herramienta que no fuera la explicación, es un proceso casi automático, cuando tengo alguna emoción que me arrebata lo primero que aparece en mi cabeza es un gran "¿Por qué?" Y es ahí a partir del cual proviene la explicación, comienzo a tratar de darle un sentido, integrarlo a mi discurso. En algunas ocasiones, muy escasas (de hecho contadas con la palma de la mano en los últimos 20 años) la explicación misma es la que logra que el sentimiento fluya de una manera liberadora como el llanto o la explosión emocional.

Entonces recordé la última ocasión en que había tenido un arrebato de este tipo cuya explicación para mí había resultado liberadora. Cuando estaba inmerso en la producción de la obra y yo estaba batallando mucho con la resolución de muchos problemas internos, fui a ver a mi amiga P, y comencé a decirle lo desesperante que era la situación que estaba viviendo en ese momento, cuando comencé a hablar no tenía claro qué era exactamente lo que me aquejaba, sin embargo explorando la emoción llegué a la palabra "frustración" y a partir de ahí se desató una terrible lamentación sobre mi situación, no sólo respecto a las circunstancias de la obra de teatro, sino respecto a mi vida y las decisiones que había tomado hasta ese momento. Me sentía literalmente frustrado y acabado, entonces llore desconsoladamente en el hombro de mi amiga. Después de eso me sentí mucho mejor, el haber explicado que el sentimiento que tenía se llamaba "frustración" hizo que el discurso adquiriera un sentido, tal vez devastador, pero era un sentido claro que provocó que el sentimiento fluyera en forma de un llanto liberador.

Sin embargo, le expliqué a A que este había sido un caso excepcional, que asumiendo la premisa de que el cuerpo tiene ese tipo de necesidades que se pueden somatizar como un estreñimiento emocional pues por lo general cuando comienzo a explorar una emoción advenediza, y no puedo dar con el "Por qué", me pierdo en la explicación o tal vez no doy con la palabra precisa que ayude a que exista el arrebato emocional cuya finalidad es una liberación, sí le doy un orden, es como ir al baño.

Entonces por alguna razón regresé a hablarle de mi sistema de reglas, bueno, es algo que está profundamente ligado a la palabra, pues para mí el mundo funciona en el sistema de reglas llamado lenguaje. La cuestión es que cuando no me es dada la estructura "gramatical" de alguna situación, relación o acontecimiento (su sistema de reglas), entonces comienzo a tratar de dilucidarlo, entonces me creo un sistema de reglas a su alrededor, un sistema que funcione de acuerdo con el que ya tengo clavado como un chip en la cabeza, y que las cosas salen de control cuando la realidad no encaja en ese sistema de reglas.

Entonces creo que mi problema no es una cuestión de represión de sentimientos, sino de atoramiento de conceptos, es decir, la mayoría de las veces no puedo identificar cuál es la palabra certera que le dará expresión a un sentimiento, sí, hay emociones inexpresadas, no hay represión.

Creo que A se dio cuenta de que estaba inmerso en un círculo sin salida, entonces fue que, en contra de lo que había estado haciendo hasta el momento y tal vez rompiendo alguna regla del método que ha estado llevando conmigo, decidió exponerme finalmente su método. Y eso realmente hizo que las cosas tuvieran sentido.

Entonces analizamos juntos y muy fríamente los bemoles de dicho sistema, cosa que me parecía cada vez más fascinante. ¡Eso es lo que le había estado pidiendo desde la primera sesión! Las reglas del juego. Entonces comencé a problematizar su método poniéndole algunas situaciones particulares. ¿Cómo es que se satisfacen las necesidades concretas de situaciones concretas? ¿Cómo identificar de qué son necesidad las cosas a las que apelan los sentimientos?

Me pareció muy interesante y lógico lo que propone, sin embargo, consciente de que yo publico las sesiones de terapia aquí, me pidió por una suerte de responsabilidad social no reprodujera exactamente el contenido de su método. Al parecer está rompiendo una regla conmigo, tal vez cediendo un poco a mi necesidad de control en pos de que yo me percate de que efectivamente nos estamos dirigiendo hacia algún lugar, y no puedo evitar el sentirme vanidosamente complacido por ello.


lunes, 4 de julio de 2011

jueves, 23 de junio de 2011

In Treatment (Sesión 13)



Εν αρχή ην ο Λόγος, και ο Λόγος ην προς τον Θεόν, και Θεός ην ο Λόγος es el resumen perfecto de la discusión en que terminó la sesión de terapia número 13. Comencé a divagar sin tener claro a qué punto quería llegar, lanzando anzuelos para ver si A los atrapaba y tuviéramos un punto de arranque; 1) El sueño de los muebles de la producción de la obra que me atacaban; 2) Ya querer darle la vuelta a la página a la situación de la obra y JR; 3) La película “Submarino” que me atrapó por la manera tan seca y cruda en que se desarrollan los personajes en ese melodrama Danés; 4) El drama masculino condicionado por los “got to be” del hombre.

En este momento A se desespera un poco y me dice --¿de qué quieres hablar? Has lanzado todos estos temas al aire y no has agarrado ninguno.—

--Estoy esperando que tomes alguno.—

A comienza nuevamente a hacerme notar mis reacciones corporales al momento en que hablo, cuando hablo de la presión que siento (reflejada en el sueño de los muebles) acerca de las cosas y el miedo a explotar de alguna mala manera (Reflejada en mi reflexión sobre la película) me señala que mi cuerpo se encorva. Entonces comenzamos a explorar posibles válvulas de escape.

Seguí hablando y hablando. Recordé que una de las grandes válvulas de escape que yo solía tener era el sexo intenso que tenía con JR, ahora me es difícil pensar en conformarme con sexo medianamente bueno y fingir que no he llegado a intensidades tales…

A cada paso que daba, A me interrumpía señalándome mi gestualidad, que si en este momento me brillaba el ojo, que si en aquél momento mi respiración se detenía, que si hablaba demasiado aceleradamente. Y a cada reacción que él me señalaba yo explicaba el origen del movimiento (tratando de seguir su juego). Entonces me detuvo. Me dijo que mis explicaciones no dejaban fluir la reacción física que estaba teniendo.

--Sólo te pido que identifiques, seas consciente, “caches” el momento en el que comienzas a explicar, y no lo hagas.--

Yo le dije que para mí era necesario hacer ese proceso ¿no es eso para lo que estamos aquí? ¿Para verbalizar una cosa que no tenemos bien identificada y mediante la palabra darle un orden e integrarla de una manera coherente dentro del discurso que se llama Francisco?

Me explicó que no le estaba dando oportunidad a mi cuerpo de vivir sus reacciones. Eso no me daba sentido en absoluto. Si justamente estoy verbalizándolas para darle un sentido a sus reacciones y a sus sensaciones… Las explico porque al explicarlas las comprendo.

--¿Cómo está tu cuerpo en este momento?—

-- Tengo una gran tensión en la espalda y me duele la cabeza.—

Seguí hablando y explicando, obviamente, mis sensaciones. Después de una pelea de términos me dice nuevamente que me haga consciente de cuándo me pongo a explicar.

- ¡Es que soy consciente de que estoy explicando, es lo único que hago aquí, explicar y explicar! ¿Cómo puedo hacerme más consciente de lo que estoy haciendo? ¿Qué se supone que haga con ello? ¿Sorprenderme en el acto de explicar implica que me debo reprender? ¿Me debo felicitar? ¿Me debo detener?

- Lo que te estoy pidiendo es una cuestión “Meta”. Hazte conciente de lo que estás haciendo con esa explicación.

- Creo que usamos la palabra “Meta” como si fuera una suerte de palabra mágica que nos libera de las restricciones que tiene la materia en cuestión. “Para hablar sobre el lenguaje vamos a utilizar el metalenguaje, entonces como estoy utilizando el metalenguaje puedo vivir la ficción de que no estoy sometido a las reglas del lenguaje porque lo estoy viendo desde afuera” FALSO. Nunca se sale uno del lenguaje incluso con la palabra mágica “Meta”. Así como tampoco puedo salirme de la conciencia utilizando una supuesta “metaconsciencia” para poder concientizarme de las cosas que soy consciente. Además, si de lo que se trata es de que me ponga en contacto con mis emociones y que no les ponga una explicación de por medio para que las sienta de una manera más pura, porque las estoy mediando por una explicación, no tendría ningún sentido llevar esto a un “metanivel” que me alejaría muchísimo más de la emoción en su estado “puro”.—

- ¿Cómo te sientes en este momento?—

- Pues mientras te estaba explicando toda la presión en los hombros y el dolor de espalda se fue menguando, es como si al explicar las cosas tuviera una especie de placebo que me da una tranquilidad muy grande.—

- Pero es un placebo.

- Tal vez lo sea, pero me da mucho placer.—

Entonces comenzamos a hablar otra vez sobre las sensaciones corporales y A seguía hablándome sobre la concientización de las emociones y los reflejos corporales. Me señaló que en algunos momentos durante la conversación se me habían llenado los ojos de lágrimas y que no había dejado fluir nada de eso. Me dijo que la explicación no ayudaba para el proceso.

Entonces es cuando todo se me vino abajo. Y comencé a decirle que el colocar a la explicación como una cosa negativa para el proceso era algo que yo no podía concebir. Discutimos sobre si era positiva o negativa. Todas sus implicaciones parecieron ante mí como negativas aunque A aseguraba que no.

Incluso concebir eso va en contra de mi sistema de creencias en un sentido casi religioso. Creo en la palabra, mi cuerpo es sólo una palabra que a la que yo le doy un sentido. Todo esto parte de la premisa de que las palabras devienen en mundo y no a la inversa. Al identificar algo en mí, lo primero que hago es nombrarlo para darle un sentido dentro de mi cuerpo y dentro de la existencia. (Sé que suena muy paranóico).

Entonces, de alguna manera, A me indujo a llegar a la conclusión de que mi cuerpo, preexistente a todo nombramiento, se revelaba a ese sistema en el que yo lo estaba encasillando, y que exigía por medio del dolor físico, el cansancio, el agobio y demás sensaciones una atención diferente. Y que era clarísimo, por los desfogues que había mencionado antes. Incluso la separación de Franciscos y el darle oportunidad a uno para que llore viendo películas no es suficiente para mi cuerpo.

Esa idea me resultó devastadora. Entré en una especie de estado de negación. Donde repetía constantemente y cada vez más enojado que eso no podía ser.

--Es como si le enseñaras a un Testigo de Jehová las pruebas más contundentes de que existió el Big bang y él te habla de creacionismo. Y te cita el génesis una y otra vez hasta que se enoja y se va.—

--¿Estás enojado?—

-- No estoy enojado contigo, estoy enojado por concebir estas ideas. Además tú ni siquiera lo planteas en los términos en los que yo llego a tales conclusiones.—

--¿Y eso también te enoja?—

-- No.—(Aunque era evidente que eso era lo que más me enojaba y evidentemente la sensación de que el sistema se tambaleaba de raíz).

¿Por qué demonios no funciona el sistema? Comencé a decirle que se ocasiona un “loop” en el sistema cuando las sensaciones son tan abrumadoras que no pueden ordenarse mediante la explicación y afectan al sistema y lo hacen cuestionarse a sí mismo. Todas las cosas de las que hemos hablado antes. El hecho de que yo funciono con reglas estructuradas, que entro en crisis cuando la realidad no se adapta a las reglas que se suponen que deberían dentro de mi sistema de reglas. YO CREO EN LA FUERZA ORDENADORA DE LAS PALABRAS. Todas esas cosas que hemos hablado antes tienen que funcionar. Si todo este tiempo me he sentido en una olla de presión a punto de explotar y con el miedo de explotar de una mala manera, el hecho de que la olla sea el sistema mismo es devastadora (En este punto debo admitir que se me quebró la voz un poco).

--¿Por qué te afecta tanto?—

--Porque si el problema es ese, entonces la mayoría de las cosas que he hecho en la vida no tienen el menor sentido.—

Me fui del consultorio pensando: En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y Dios era el Verbo…

jueves, 16 de junio de 2011

In Treatment (Sesión 12)

Por más que pensé durante la tarde de qué demonios iba a tratar esta sesión de terapia no se me ocurrió nada, y con esa confesión llegué al consultorio. Sólo por no dejar a medias el hilo de la historia comenzada hace varias sesiones, concluí la historia de JR con su respuesta al mail donde le mandé el link de esta blog, para que viera mi lado de la historia. Escuetamente me dijo: “Qué bueno que aunque sea de esta manera tan retorcida me pidas disculpas”. ¿Qué otra cosa podría esperar? Obviamente me hubiera gustado una respuesta más extensa, pero no se la pedí. Me queda un dejo de insatisfacción sobre toda la situación, pero al mismo tiempo me siento liberado de ella, aunque las circunstancias y el cierre de los asuntos pendientes renieguen un poco y se afanen por no cerrar el ciclo.

Me enteré de un detalle curioso el día que le mandé ese correo electrónico. En una conversación con una de las actrices de la obra mencionó que JR les había dicho a todos los actores que él y yo éramos novios. Entonces sentí una especie de ira mezclada con una gran decepción. Toda mi crisis había sido porque no se le había puesto el título necesario a nuestra relación, y el saber que él la había nombrado como noviazgo me descontroló. Si al menos me lo hubiera mencionado a mí yo hubiera adoptado otro rol durante la despedida. Podía haberlo apoyado y fingir fútiles esperanzas sobre futuros encuentros. En fin, lo terminado, terminado está, ese destino “ineludible” fue librado, lo cual implica también que renuncié a la resignación que me había llevado a plantear tal destino.

En este punto A aprovechó para dejar claro un punto, el hecho de que yo necesitaba formalizar, necesitaba nombrar la relación, no dejarla indefinida y que esa era una necesidad mía y que debí responsabilizarme por ella. Discutimos un poco sobre las causas por las que no había expresado esa necesidad y que habían hecho que las cosas terminaran mal, y todos quedáramos insatisfechos.

En ese momento recordé algo que me dijo P durante la semana: “Tu problema principal es que no pides”. Y es cierto, comencé a explorar esa acertada afirmación de mi amiga, mientras A pensaba que yo seguía hablando de la posibilidad de entablar una relación con alguien, yo estaba hablando de una cuestión más general (o tal vez más profunda), mi incapacidad para pedir cosas en pos de lucir o sentirme autosuficiente. Me costó un poco de trabajo sacar a A de la hipotética relación futura en la que establecería claramente los términos responsabilizándome de mi necesidad, pero finalmente lo logré. La situación vivida con JR es sólo una manifestación de este problema fundamental.

No me gusta lucir carente ante el otro, no me gusta porque para mí la carencia es una suerte de victimización, es decir: “si yo no tengo (x), es por la circunstancia (y), ergo: sufro”. Me es muy difícil no relacionar los términos “necesidad” con “victimización”. Evidentemente para mí un estado ideal es un estado de no-carencia. Sin embargo, sí, soy carente. Carezco de muchas cosas, pero me es imposible plantear mis necesidades si no ofrezco un trato de ganar-ganar (real, ficticio, hipotético o supuesto). Por otra parte, prefiero fingirme fuerte y todopoderoso y no depender de nadie que enfrentar el rechazo, finalmente por eso termino cargando con miles de responsabilidades, aunque a veces me sea muy difícil cumplir con todo.

Entonces A me dice que la satisfacción de necesidades entre unos y otros es gran parte de la naturaleza humana, es parte de nuestro instinto gregario. Todos necesitamos, y todos satisfacemos necesidades de otros.

Sí, puedo entenderlo, pero ¿cómo es que uno puede distinguir la delgada línea entre pedir la satisfacción de una necesidad y la victimización por la carencia? Entonces A me indica que mediante la asunción de las propias necesidades y la toma de responsabilidad sobre ellas.

¿Por qué insiste en este punto? Está bien ¿Qué necesito? Necesito dinero, en primer lugar, eso me permitiría satisfacer mis necesidades inmediatas: pagar la renta, ir al dentista, llevar a mi gato al veterinario, terminar los trámites del desalojo del teatro y pagar las deudas pendientes que ya asumí, producir la exposición de fotografía de Guadalajara, etc… El dinero me permitiría hacerme cargo por mí mismo de todas estas necesidades. El dinero me permitiría nuevamente no lucir carente ante los demás. ¿Es esto un círculo vicioso?

¿Cómo solucionar la cuestión económica? Evidentemente con un trabajo. Pero en realidad yo nunca he pedido trabajo, salvo cuando me piden un currículum, lo envío. Todos los trabajos han llegado a mí de alguna manera, además, no sé ni de qué querría pedir trabajo. He aquí la paradoja: puedo aceptar cualquier trabajo haciendo casi cualquier cosa, pero no puedo pedir ninguno porque no tengo claro en qué puedo pedirlo, a pesar de estar calificado para hacer muchas cosas.

Por tercera vez A insiste sobre la responsabilidad sobre las necesidades. Estoy dejando a otros este punto fundamental de mi vida, dependo de las personas que me buscan para contratarme, no me estoy responsabilizando de mi vida laboral. Ciertamente, en estas cuestiones siempre espero que me salven en una especie de Deus ex machina (lo curioso es que llega, tarde o temprano).

Al parecer, tomar responsabilidad sobre tus necesidades significa aprender a pedir, para lo cual es necesario correr el riesgo de recibir un “no” por respuesta y sufrir la frustración doble de ser rechazado y además, no ver satisfecha la necesidad en cuestión. ¿Qué es lo que yo hago? Anticipo ese “no”, y trato de satisfacer la necesidad por mí mismo para no tener que enfrentar tal frustración, aunque se vean limitadas las posibilidades de una completa satisfacción de la necesidad. Luego entonces: no pido aclarar el status de la pareja, no pido trabajo, no pido ayuda para terminar los proyectos, no delego responsabilidades, por lo tanto asumo todas las responsabilidades (segunda paradoja), etc. Y evidentemente esto también me conduce hacia la frustración… ¿Cómo sopesar el nivel de frustración? ¿Cuál de las dos frustraciones es peor?

Ok. Entiendo que tomo el 75% de la responsabilidad sobre mis necesidades, y el otro 25% que decido no tomar es esa parte de la necesidad que tiene cara de obligación. Ante toda obligación me evado. No busco trabajo porque huele a obligaciones: horarios, hacer cosas que no te gustan, jefes, y sobre todo, el hecho de que la voluntad propia sea disminuida o anulada por cierta conciencia de mayor jerarquía y que persigue fines distintos a los míos.

Hay que revisar los términos más importantes que se han tratado hasta ahora:

1) Necesidad. Estado en de carencia material o estructural.

2) Victimización. Estado de autocompasión extendida hacia el otro.

3) Responsabilidad. Estado de conciencia de deber ante una circunstancia dada.

4) Obligación. Estado de deber ante el otro.

5) Autosuficiencia. Estado de satisfacción de las propias necesidades.

Es digno de notar que las que me molestan más son 2 y 4, es decir, las que involucran al tal “otro”. En este sentido, aparece como más deseable la suficiencia que la autosuficiencia, la necesidad nunca será deseable, pero parece inevitable y hay que distinguir cuando las necesidades sean imperativos de supervivencia y cuando son reacciones ante circunstancias dadas; efectivamente parece que no podemos evitar al otro, no es que quiera prescindir de él, lo que sucede es que no sé cómo se debe reaccionar ante él ¿Cómo se pide?…

Un momento: ¿No es curioso que la semana pasada estuviera sufriendo (o victimizándome) por no haber sido suficiente para que alguien se comprometiera (responsabilizara u obligara) conmigo y que ahora el centro de la discusión sea mi vano intento por sentirme autosuficiente y no depender de nadie? ¿No hay ahí una extraña simetría?

martes, 7 de junio de 2011

In Treatment (Sesión 11)





Centramos la sesión nuevamente en JR y la conclusión de la historia de su reencuentro y re-despedida. Vino para el cierre de temporada de la obra de teatro. Y tuvimos un encuentro bastante peculiar.

Yo estaba a la expectativa de poder decirle muchas cosas que quería, en el plano personal, pero en realidad, como siempre nos reunimos bajo el pretexto de tratar primero lo laboral, y aunque yo había planeado ser bastante correcto con él, no pude. Tenía mi espada desenvainada desde que lo vi. Lo vi unas horas antes de la función de teatro y después de las cordialidades sociales la plática se centró en la obra y lo que se venía.

En cuanto lo vi, el miedo que tenía de ceder a los impulsos sexuales con él se fue por la borda, no sentí la más mínima atracción sexual y no lo sentí como un riesgo, lo vi y no pasó nada. Estuve muy agresivo con él, le dije que su trabajo no había funcionado, que todos estábamos insatisfechos con el resultado, que lo mejor de la temporada en el teatro era que se había terminado. Me preguntó que por qué no le mandaba información para vender funciones de la obra en su ciudad, a lo que le contesté que no sabía qué era lo que estaríamos vendiendo, porque si se continuaba con la misma propuesta de montaje yo no estaba dispuesto a continuar. Finalmente lo orillé a un acuerdo en el que él quedaba fuera de todas las cuestiones creativas conservando un crédito honorario dentro de la producción.

Después de haber sido bastante cruel con él, no encontré la razón para entrar en el plano personal, finalmente lo había herido tanto que estaba completamente destruido. Y me siento culpable por ello.

--¿Qué es lo que te culpabiliza?—Pregunta A

--El hecho de que yo tenía ya la intención de decirle muchas cosas en el plano personal y que no lo hice, que ya estaba consciente de que lo había herido antes de la misma manera y que lo volví a hacer como una especie de defensa extraña—

Quería A que me centrara en la culpa y comenzó a hacerme varias preguntas y terminé contándole la misma historia desde una nueva perspectiva.

Cuando JR me dijo que había decidido irse de la ciudad, él se convirtió para mí en el “Espíritu de las Navidades Futuras”, que yo veía como una gran amenaza, no podía dejar que me sucediera lo que le estaba sucediendo a él, porque es la peor situación que me puedo imaginar, que no le puedo desear ni a mi peor enemigo. El llegar a los cuarenta y tantos y no tener otra opción en la vida más que regresar nuevamente a mi ciudad natal con las manos vacías. Es por ello que yo fui una piedra todo el tiempo, nunca reaccioné, sino para lastimarlo. Todo el tiempo estuve agrediéndolo y haciéndole ver que no había dejado ninguna huella en nadie, que no había valido la pena su carrera en esta ciudad y que todos estaríamos mejor sin él. De una manera retorcida yo pensaba que al agredirlo alejaba esa situación de mi vida, todas las estocadas que le di estaban dirigidas a su situación, a ese maldito Espíritu de las Navidades Futuras, no para JR.

Eso es lo que me culpabiliza, el hecho de que al centrarme en mi preocupación por no caer en su situación, no le hice el trago menos amargo, muy al contrario, lo hice todo lo posible porque se sintiera mucho peor, siendo que él sí me apoyó en muchas situaciones en las que yo lo necesité.

--Pero yo creo que es una reacción lógica y hasta fisiológica que tú tuviste, tu cuerpo te impulsaba a rechazarlo, y estabas defendiéndote de esa situación.—

--Sí, pero mi defensa no tiene nada que ver con él, yo no fui cruel con la situación, fui cruel con él, además ya habíamos tratado la diferencia aquí en terapia, yo sabía la diferencia, no estaba obrando inconscientemente como la primera vez, esta vez actué con premeditación, alevosía y ventaja—

Durante algunos minutos estuvimos hablando sobre esa culpa y dándole vueltas. Como es usual en él, A, traba de no juzgarme y de decirme que yo me estaba juzgando bajo parámetros demasiado estrictos. Me dijo que no era que yo no demostrara mis sentimientos, era sólo que estaba demostrándolos de una manera inapropiada y defensiva.

Le dije que sí, puedo ver las razones que justifican el hecho de que yo haya actuado como actué, de una manera completamente agresiva, pero el hecho de tener una justificación no significa que haya actuado justamente.

Es como cuando hay un homicidio, el hecho de que metan al culpable a la cárcel no hace que el muerto reviva, así como tampoco, si una vez conocidas las causas del homicidio resulta que es un acto justificado, no significa que sea un acto justo. Entonces yo me pregunto: ¿qué es lo que debe pesar más? ¿Cuál es el parámetro desde el que estamos midiendo? ¿Crimen y castigo? ¿Debe pesar más mi justificación o el hecho de que he cometido una injusticia contra JR?

Es una cuestión de Justicia. Cuando se comete una injusticia en mi contra yo sufro mucho, aunque la persona que la cometa tenga su justificación, eso no me quita el sufrimiento. Sigue siendo una injusticia.

Continué contándole la historia que, como era de esperarse, no terminó de la mejor manera. Después de nuestra conversación él quedó completamente destruido, aunque trató de no aparentarlo, luego fuimos al teatro donde nos vimos muy poco y yo reiteré lo dicho en esa conversación casi con cada persona que me encontraba, decirle que no me gustó el trabajo, que todos estábamos insatisfechos y que él quedaba totalmente fuera del proyecto. En alguna de las ocasiones estoy casi seguro de JR escuchó cuando yo narraba nuevamente la conversación. Ese día nos despedimos y quedamos de hablar al día siguiente, no lo hicimos, y al día siguiente tampoco lo hicimos y él se fue sin despedirse.

--¿Por qué me cuentas esto?— Pregunta A.

--Porque quiero llegar al final de la historia, quiero convencerme de que esta historia ya terminó, pero sigo sintiendo culpa, no sé lidiar con la culpa, me gusta mucho más ser cínico, pero no puedo en este caso.—

Entonces A me hizo pensar en lo que pasaba por mi cabeza en el momento en el que JR me dijo que se iría.

Entonces recordé que cuando JR decidió irse, yo sentí que se había roto una expectativa que yo tenía. Pensaba que, dadas las circunstancias que vivimos en la última temporada que estuvimos juntos, era un destino ineludible el hecho de que termináramos juntos. Se rompió esa expectativa y eso me decepcionó terriblemente. Aunque yo lo sentía como un destino fatal que yo no quería para mí mismo, pero era el destino que yo ya había asumido.

Entonces lo odié terriblemente, odié el hecho de que no quisiera comprometerse conmigo, odié el hecho de que él ya se había comprometido con otras personas antes que yo. Odié que hubiera tenido una pareja con el que vivió hasta el día en que murió. Odié el hecho de que yo conociera a uno de sus ex, y odié el hecho de que su ex me cayera tan bien. ¿Cómo es posible que se haya comprometido con él y no conmigo? Si él es moreno y feo y es un actor con una educación muy básica y simpleza de ánimo, mientras que yo soy de la raza correcta, soy inteligente, culto, políglota, tengo una cantidad impresionante de habilidades, soy creativo, hago todo lo que me propongo, entre muchas otras virtudes. Lo que me parte el alma es el hecho de que a pesar de todo eso Yo no haya sido suficiente para que JR se quisiera comprometer conmigo.

También por eso es que lo quería herir.

--¿Entonces crees que te tengas que seguir culpabilizando?—Me pregunta A.

--Si yo tengo ahora un arrebato emocional que me lleva a golpearte—Dije – Mi justificación no te quitará el golpe, pero si te pido disculpas se puede resarcir la relación entre los dos, aunque quede un poco fracturada y el golpe no se te quite. No es que yo quiera arreglar la situación en pos de encontrarme nuevamente con él, pero necesito limpiar mi conciencia, al menos me gustaría que él supiera mi lado de la historia. He pensado en enseñarle el blog. Porque en el blog es posible que yo no muestre la verdad absoluta, pero es el lugar donde soy absolutamente honesto en cuanto a mi retorcida manera de ver el mundo, para que él vea este lado de la moneda, en el blog soy completamente honesto, cosa que con él nunca he sido. Y no es que espere una retroalimentación de su parte, ni que me diga qué piensa, es una cuestión de limpiar mi conciencia. No sé si se sienta mejor al leerlo, tal vez se sienta peor, porque lo menciono frecuentemente y no en los mejores términos. Pero al darle el link del blog ya será cosa suya si él lo quiere leer y para mí es como una manera impersonal de decir: “lo siento”.—

--Entonces dale el link… ¿Cómo te sientes ahora?—

--Siento como si necesitara tu permiso para darle el link del blog a JR.—

--¿Qué es lo que aprendiste de esta relación?—

--Pues en primer lugar que para tener una relación es necesario que se establezca que es una relación. Con JR me sucedió que, como dice el dicho: “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”. No había asumido que tenía una relación hasta el día en que se fue. Hay que establecer claramente cuáles son los términos de la relación. En segundo lugar aprendí que se tienen que decir las cosas en el momento, no se puede esperar a que llegue el momento indicado, nunca llega (también me quedaron claras muchas cosas que no quiero). Y en tercer lugar, mi conclusión no me gusta nada, pero al parecer no soy suficiente…--

En ese momento tuve una revelación: JR nunca había sido suficiente para mí, sin embargo yo sí estaba dispuesto a comprometerme con él.

A me hizo caer nuevamente en esa misma reflexión con un ligero retruécano. Entonces llegué a la conclusión de que sigo sin tener un manual para las relaciones, necesito saber cómo funciona, no sé cómo es que se supone que debería ser. Si no es una cuestión ni de sexo ni de suficiencia ¿De qué se trata?

Y henos aquí… nuevamente llegando a mi falta de habilidad para establecer contacto con las personas, y yo, aunque me repita que no es una cuestión de ser o no ser suficiente, sigo sin la plena convicción de ello; y aunque sepa que el método para relacionarse no es el sexo como el fin último que se debe alcanzarse, heme aquí, sin imaginación para inventar otra gama de aproximaciones…

martes, 31 de mayo de 2011

In Treatment (Sesión 10)


Llegué corriendo y con 10 minutos de retraso, porque tuve un compromiso antes para el cual ya había llegado tarde. Al sentarme en el usual sillón amarillo estaba aún muy acelerado, le pedí a A por primera vez un vaso con agua (el tener algo entre las manos durante las sesiones siempre me ha dado algo de qué aferrarme y un lugar a dónde llevar la mirada cuando no quiero verlo a los ojos, usualmente es un vaso de Starbucks o una botella de agua que compro antes de entrar al consultorio, pero esta vez no hubo tiempo de tal protocolo), me lavé las manos mientras me traía el agua. Cuando al fin pudimos estar sentados los dos yo seguía acelerado y hablando muy rápidamente le conté todas las cosas que tenía que hacer y las que estaba haciendo. El cierre de temporada de la obra de teatro, la nueva producción que estaba haciendo, el proceso del vestuario el diseño del maquillaje, la oportunidad de remontar la primera obra desde cero, ahora con un mayor nivel de control.

A me llamó la atención sobre el hecho de que hablaba muy aceleradamente y que estaba sólo hablando de trabajo. Quería escudriñar qué es lo que se ocultaba tras esa plática tan rápida e impersonal. Así que me incitó a seguir hablando al respecto. ¿Qué pasa con esa parte mía que está tan abocada al trabajo?

Le dije que es la parte que más me gustaba de mí, sí, efectivamente es una parte que me acelera y me vivifica, es la parte más segura, donde las personas confían en mis capacidades y conocimientos, donde soy más sociable, donde no hay lugar para inseguridades y asuntos emocionales.

--¿Hay algo que te preocupe en este momento?—

-- Sí, mañana es el cierre de temporada de la obra de teatro y JR vendrá a ver la obra y estará en la ciudad por unos días—

-- ¿Qué es lo que te preocupa al respecto?—

--Pues el hecho de que no sé qué actitud tengo que tener ante él, no sé si terminemos teniendo sexo (cosa que no me vendría nada mal) pero temo nuevamente empezar mi proceso de auto-convencimiento de que “ya lo superé”—

Me hizo ver A que todo mi discurso sobre el trabajo y el estar en ese territorio seguro era una especie de blindaje que me ponía para prepararme para la situación que se adviene mañana, a lo que le dije que sí, y que era más consciente de lo que podía parecer. Aunque aún no sabía bien de qué me estoy defendiendo exactamente.

Por una parte sí temo casi fatalmente el hecho de volver a acostarme con JR y que eso derive en una confusión en mi cabeza que me haga volver a plantearme imposibles, por otra parte no quiero perderme la oportunidad de tener sexo con él porque en realidad es muy bueno en los menesteres amatorios. Y por otra parte están las cosas del trabajo que hemos dejado pendientes y que debemos solucionar. Para mí es más fácil pensar que está borrado completamente del mapa, el problema es cuando aparece... Me molesta que aparezca y que pretenda tener alguna clase de control sobre todo lo que yo ya he asumido la responsabilidad para mí solo.

Comenzamos a indagar un poco más sobre la cuestión de JR, cuáles son las cosas que realmente quiero tratar con él y cuáles las que creo que quedan pendientes. Y ahora me queda más clara la división personal y profesional que hay al respecto. Aunque siempre pretendimos que la había habido creo que ninguno de los dos la había respetado a pié juntillas.

Durante el tiempo que estuvimos juntos trabajando, la línea divisoria entre el trabajo y la relación era cada vez más endeble y esto sucedió porque pensábamos ambos tratamos de no plantear un límite negando que la relación existía efectivamente y fingiendo que todo lo que nos unía era el trabajo. Después hicimos unos trazos mal hechos para dividir las cosas cuando ya no era posible. A mí me afectaba demasiado a nivel personal su testarudez en el trabajo, y él planteaba en términos personales las cosas que no le parecían en el trabajo. Incluso existieron ocasiones en que el trabajo nos servía a uno u otro como chantaje para obtener sexo del otro (o para no tenerlo). Cuando alguno de los dos deliberadamente hería al otro para ver si reaccionaba, evidentemente la reacción nunca llegaba porque fingíamos que no existía una relación personal y evadíamos el asunto hablando de trabajo y demostrando con ello que no nos importaba.

--¿Qué es lo que le quieres decir?—

-- Creo que me parece mejor dejar la situación completa rota como está, porque lo que le quiero decir es un absurdo: “Me gustaría que quisieras comprometerte conmigo para poder rechazarte”.—

--A mí no me parece absurdo—Dice A—Finalmente es una forma buena de mandarlo a la chingada.—

-- Pero no quiero mandarlo a la chingada, sencillamente quiero que desaparezca.—

Finalmente me di cuenta de que si no podía decir esa frase absurda era porque me lo impedía la culpa. Nunca he sabido lidiar con la culpa, me es mucho más fácil ser cínico, la culpa en sí misma me parece absurda. ¿Qué es lo que me da culpa? El hecho de que en ningún momento hice la situación más fácil para él. Que todos los planteamientos que él me hizo sobre su ida de la ciudad siempre los tomé con la mayor indiferencia posible, nunca le hice saber que me dolía su partida, que había sido alguien importante. Más bien al contrario, siempre hice parecer que si se iba no importaba, que no había dejado ninguna huella positiva en ninguna de las personas que habían estado a su alrededor, que era mejor que se largara, todos íbamos a estar mejor sin él. Me culpabiliza el hecho de no hacerlo sentir mejor, ni querido, ni extrañado, ni que su ausencia iba a dejar alguna mella en mí y en los demás. Otra cosa que me pesa, que no es culpa, es el hecho de saber que su situación no ha mejorado en lo más mínimo por haberse ido, siendo que esa era la finalidad de su partida.

--¿Entonces qué es lo que le quieres decir si inevitablemente lo verás?—

--Pues por el plano profesional que, aunque no estoy satisfecho en absoluto con el resultado que obtuvimos ni con todas las cosas de las que ya me he quejado ampliamente, le reconozco su trabajo, la obra fue una idea suya, él consiguió el teatro, convocó al equipo de trabajo, hizo que las cosas operaran como él creyó que funcionarían. Es decir, yo sé lo que es estar tan comprometido con un proyecto que, sin importar lo que te digan, vas a hacer lo que a ti te parece correcto. Finalmente toda su testarudez era porque él creía que estaba bien lo que hacía aunque no fuera cierto o no funcionara, eso es signo de compromiso y es el trabajo que le reconozco. Pero finalmente eso no resultó y hay que hacer todo de nuevo--.

Ahora lo que quiero hacer con ese proyecto es quitarme la espinita para demostrarme que si las cosas están bajo mi control pueden funcionar de una mejor manera y que las personas pueden estar más satisfechas con su trabajo al estar conmigo.

--¿Y en el plano personal?—

--No lo sé. No creo que valga mucho la pena el tratar de arreglar las cosas que se quedaron a medias o que me faltaron por decir. Finalmente esas cosas se hacen cuando se quiere enmendar una relación y lo que yo quiero es darla por terminada. Creo que las opciones ya están puestas sobre la mesa, puedo hablarle sobre mis culpas o sobre mis miedos o sobre mis rencores. Puedo manejar una actitud neutral que me permita tener sexo con él por última vez. Puedo también dejar las cosas al aire volviendo a negar su existencia hasta que vuelva a aparecer si es que algún día lo hace, o bien terminar de una vez por todas mandándolo a la chingada. Las opciones están ahí, pero será la actitud con la que él se presente y las peripecias que dé esta historia en el transcurso de esta semana.--

domingo, 29 de mayo de 2011

In Treatment (Sesión 9)



En todo este tiempo no me había parecido prudente preguntarle a A si había leído este blog, yo le había dado la dirección para que de alguna manera sirviese como una forma de economizar el tiempo de terapia, que él mismo viera cómo es que proceso las cosas después de cada sesión. Ahora él fue quien quiso hablar al respecto e inmediatamente sentí una ansiedad terrible, tenía ganas de escudriñar cada una de las reacciones o reflexiones que le despertara cada palabra leída. La causa de que él quisiera poner el tema en la mesa fueron las dudas que planteé sobre el funcionamiento de la terapia y los límites morales del terapeuta en mi post anterior. Entonces comenzó a explicarme un poco más sobre lo que hacemos en terapia. Me explicó que el método que empleaba consistía en centrar toda la atención en mí, el paciente, y que todo lo que ahí ocurriese era en función de darme las herramientas para poder procesar de mejor manera las cosas que yo ponía sobre la mesa, sí se trata de conducir, orientar y desenmarañar sentimientos y emociones, subrayando estos dos elementos y sobre todo crear un vínculo, trabajar una relación.

Entonces yo me sentí un poco intimidado y la cabeza se me llenó de preguntas: ¿Se sintió incómodo con el blog? ¿Expuesto? ¿Agredido? ¿Cree que lo estoy juzgando muy severamente? ¿Qué hay de las imágenes? ¿Tiene alguna especie de juicio de valor al respecto? ¿Cómo se siente?

Comencé a explicarle un poco cómo habían transcurrido las sesiones anteriores desde mi perspectiva: Sí, tengo la capacidad de racionalizar lo que me pasa, puedo armar una linda metáfora sobre mi situación y encontrarle interesantes aristas, al principio quería que me diagnosticara, que me dijera sus hipótesis, y una y otra vez estaba poniéndolo a prueba. En algunas ocasiones decidí sencillamente tratar de ignorar que él estaba ahí en pos de poder armarme un discurso congruente sobre lo que me ocurría, en otras ocasiones no sabía si mientras yo hablaba él estaba pensando en su lista del súper o algo así, ahora que me confronta con el blog era algo diferente.

--¿Qué Sientes? – Pregunta—

-- Ansiedad, tengo demasiadas preguntas—

Le aclaré que al sacar este tema era como si automáticamente se hiciera un formulario en mi cabeza y que todos los puntos debían ser aclarados. En realidad me sentía ansioso porque no sabía cómo es que él había interpretado la mayor parte de las cosas que he escrito aquí hasta ahora.

--¿Por qué sigues ansioso?—

--No lo sé, al haber leído tú algo mío siento que debo justificarme, no porque no quisiera que lo leyeras, de hecho en gran parte lo escribo para que lo leas, pero estás confrontándome con algo que yo hice y me preocupa el hecho de qué es lo que está pasando en tu cabeza. —

Poco a poco contestó mis preguntas lo mejor que pudo. Pero mi ansiedad se acrecentaba al no obtener un juicio de valor sobre lo escrito, sobre el blog mismo: ¿Está bien o está mal? Finalmente lo orillé a decir que estaba bien, que es una herramienta de procesamiento útil. Hasta entonces me pude tranquilizar un poco. Sin embargo la ansiedad continuaba.

Me sugirió que me recargara y me centrara sobre esa ansiedad, que me estacionara, yo me recliné y cerré los ojos, después me hizo ver que en ningún momento separé mis piernas y brazos cruzados y seguía yo en la misma actitud. Me cerraba y la ansiedad continuaba.

El único impulso que yo sentía era el de seguir adelante, cambiar de tema, hablar sobre el libro que estoy leyendo (Galaor de Hugo Hiriart, donde me identifiqué con el personaje de Ana, la esposa del Señor de las Pieles que cambia su fisionomía de acuerdo con su estado anímico-espiritual). Pero no me lo permitió. Me dijo que me concentrara en la ansiedad, me invitó a relajarme nuevamente, descruzar brazos y piernas y centrarme en sentir la ansiedad que se representaba como una tensión en la espalda (como todo lo que se manifiesta en mí). Hice lo que dijo pero estaba ya un poco incómodo por la situación, yo quería seguir adelante, pero insistió en continuar con ello. Tras haber cumplido lo que me dijo me puse en disposición de continuar, pero volvió a insistir en que inmediatamente cruzaba las piernas y los brazos…

--¿Qué es lo que haces al cruzar nuevamente las piernas y los brazos?—

--Es como decir: “Ok, dejémonos de mamadas y ahora sí vamos a platicar de algo serio”—

-- Es lo que veo. Ahora sí me aventuraré a decirte que esto es algo que sueles hacer, sigues sintiendo lo que sientes, sin embargo decides ignorar tus emociones, cerrarte y pasar a lo siguiente, no concluyes tus asuntos emocionales.—

Esto hizo resonancia inmediatamente en mi temor al compromiso, y sí, efectivamente eso es lo que hago, cuando veo que tengo una serie de emociones encontradas, cosas que no puedo verbalizar de manera adecuada prefiero dar vuelta a la página y abocarme en las cosas que sí puedo racionalizar.

Me invitó nuevamente a enfocarme en lo que sucedía ahí. En concentrarme en el hecho de que habíamos tratado el tema del blog, me reiteró que no se sentía incómodo con lo que yo escribía y que estaba bien que lo hiciera. En realidad lo que me confrontaba era el hecho de que en realidad había tenido el interés de leerlo, era como si lo hubiera escrito con la intención de que no lo leyera.

--¿Qué sientes?—

-- Siento que te decepciono, que estás tratando de encontrar alguna especie de reacción emocional en mí de la que yo no soy capaz en estos momentos, y que la has esperado en cada una de las sesiones. Me frustra no poder llenar esas expectativas tuyas.—

-- No, Francisco.—

--Claro que sí, muchas veces cuando te estoy hablando sobre algo veo que tus ojos se humedecen más que los míos y me frustra el hecho de no poder corresponderte ese gesto.—

--Tiene que quedarte claro que sí, las cosas que me dices me atraviesan, y también siento cosas cuando tú las dices, pero eso no significa que no respete tus tiempos, estamos en medio de un proceso donde tú tienes las riendas y sólo tú decides cuándo o cómo es que procedemos, por ejemplo, me parece un gran avance que el día de hoy nos hayamos detenido en una sola cosa, que no hayamos dado vuelta a la página y que nos quedáramos un poco atendiendo algo que tienes atorado. --

--Pues me siento mucho menos ansioso, ahora que me confrontas con esto y me dices que leíste el blog y que aventuras unas cuantas hipótesis sobre mí, siento que he dejado de monologar y ahora esto se convierte en un diálogo --

La sesión terminó con una conclusión similar. Aunque comprendo que el desarrollo del vínculo que se establece con el terapeuta es fundamental para el buen encaminamiento de la terapia sigo sin comprender bien cuáles son los términos de tal relación ni cuáles son sus límites. Supongo que debe haberlos para evitar transferencias eróticas, conflictos de intereses y límites éticos. Nuevamente necesito un reglamento, aunque ya se va dibujando tácita o explícitamente.

De cierta forma siento que las sesiones anteriores han servido para establecer el marco teórico dentro del que se va a desarrollar mi “tratamiento”. Aquí es donde comienza la terapia.